Julio Vaquero Iglesias

David Ruiz: Hasta siempre, amigo y maestro

David Ruiz, catedrático de Historia contemporánea de la Universidad de Oviedo ha fallecido este sábado a los 88 años. No es mi intención en esta nota necrológica desarrollar su denso currículo historiográfico, del que podría destacar algunos aspectos de los que apenas se habla en las noticias publicadas con motivo de su muerte. No sólo fue el historiador del movimiento obrero asturiano tras las huellas de Tuñón de Lara, estudio al que dedicó su tesis doctoral, dirigida por don Juan Uría, sino que su tema preferente y el que le trajo como catedrático de instituto a Asturias para estudiarlo a fondo fue la Revolución de 1934 y de alguna manera su tesis sobre el origen y el desarrollo del movimiento obrero asturiano era el estudio de los precedentes que culminaron en la Revolución de Octubre asturiana. De hecho, su obra maestra y más querida (que, por cierto, como el mismo dijo le habían hecho valorar aún más el tiempo y la obra de II República) fue la que escribió sobre el movimiento revolucionario asturiano de Octubre que es un trabajo inexcusable, del que hay partir siempre para entender el Octubre asturiano.

Pero la labor de David en relación con la historiografía contemporánea asturiana fue mucho más allá de esos estudios mencionados. Como director del Departamento de Historia Contemporánea creó un equipo de investigadores que roturó un territorio historiográfico prácticamente yermo hasta entonces para poner las bases de la Asturias contemporánea, dedicando sus investigaciones a base de tesinas y tesis doctorales a las diversas especialidades de nuestra historia del siglo XIX y XX que pusieron las cimientos para el conocimiento de nuestra contemporaneidad: la Desamortización, la historia de nuestra burguesía industrial y minera, la historia política decimonónica y del siglo XX, el fascismo en Asturias, la historia cultural e ideológica e incluso, como demostración de que era un historiador que seguía las corrientes más avanzadas y actuales de la historiografía europea del momento, la historia de las mentalidades y de la vida cotidiana… Todos esos trabajos pusieron las bases del conocimiento hasta entonces apenas conocido de nuestra historia contemporánea regional. En incluso, promocionó recopilaciones de textos y documentos derivados de esos trabajos para la utilización como base de un aprendizaje activo de la historia en los niveles de bachillerato, como lo muestra su “Asturias contemporánea. Textos y documentos”, publicado por la editorial Siglo XXI.

Pero comencé diciendo que no quería entrar en un balance de su obra historiográfica y es que lo que quiero es resaltar en estos tristes momentos para todos sus amigos, que somos muchos, a la persona. En primer lugar, destacar que como persona David ha sido un excelente amigo, además de un excelente compañero, siempre dispuesto a echarte una mano y apoyarte.

Nunca cayó en uno de los peores males que ha aquejado a nuestra Universidad como ha sido (¿sigue siendo?) que ha sido la endogamia. Nunca dejó de atender a quien desde fuera de la Universidad pretendía que le dirigiera su tesina o tesis doctoral procediéramos de la Universidad o de la enseñanza media y nunca preguntó por la ideología de los que acudían a él. Era, sobre todo, una persona abierta a apoyar a los profesores de instituto que pretendían seguir sus estudios e investigaciones y fuimos muchos los que obtuvimos el doctorado con su apoyo. Pero no sólo eso sino que su bonhomía lograba que además de discípulos, terminásemos siendo amigos suyos. En mi caso, no sólo me apoyó en todo lo que pudo en mis investigaciones y me promocionó entre el gremio de los historiadores que no es, o era, por cierto, muy abierto. Y de esa estrecha relación profesional, pasamos a una sincera amistad en la que nunca me defraudó hasta este último momento y he sabido hasta el final que siempre he contado con su apoyo y amistad para lo que hubiera necesitado.

Pero no es eso de que un grano no hace granero. Sé de sobra por muchos otros casos que la misma actitud mantuvo y ha mantenido con otros muchos hasta el final como puedo atestiguar por los alumnos de doctorado procedentes de la Universidad brasileña que fueron tutelados por él después de una estancia de David en esa Universidad y quisieron venir a Asturias hacer sus tesis doctorales con él.

En fin, David ha sido maestro, pero sobre todo amigo, de todos los que de alguna u otra manera hemos tenido la suerte de tener una relación profesional con él.

En estos tiempos convulsos en que suenan cada vez más cerca los tambores de guerra lo vamos a echar mucho de menos no sólo y sobre todo por su amistad, sino también por su finura de análisis acerca de los problemas políticos y sociales que nos acucian.

Sit tibi terra levis. Te lo has merecido, amigo.

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