Si los melómanos ovetenses pudieran elegir el formato del concierto que pusiera fin a una temporada más del ciclo “Conciertos del Auditorio”, sin duda sería algo similar a lo que se vivió en el Príncipe Felipe la tarde-noche del sábado: una gala lírica repleta de emotividad y con un nivel superlativo. En efecto, Olga Kulchynska, Emily D’Angelo y la Oviedo Filarmonía (bajo la batuta de Vincenzo Milletarì) conmovieron a un auditorio que presentaba una gran entrada.
Si bien las voces agudas son las que acaparan todos los focos en este tipo de recitales, y a pesar del extraordinario nivel de Kulchynska, D’Angelo (la mezzo canadiense) fue un gran descubrimiento para los ovetenses. Sin demasiada corpulencia, su voz resulta poderosa y cálida, con el vibrato justo y un fiato que le permite estirar cada fraseo y desarrollar unas melodías siempre cantábiles.
Por su parte, la soprano ucraniana Kulchynska, destaca por su suave y dulce color, capaz de hacer frente (con una solvencia inusitada) a las coloraturas y con una tesitura muy amplia que le permite encarar los acusados saltos interválicos sin perder la afinación. Las dos lucieron una gran complicidad y se mantuvieron bien empastadas en los diferentes dúos que interpretaron, como en el “Pur ti miro” o “Si fuggire, a noi non resta”.
Acompañando a las líricas estuvo una gran Oviedo Filarmonía. El excelente trabajo de Milletarì al frente de la agrupación ovetense cristalizó en unos resultados soberbios, arropando a las solistas, respirando con ellas, sin incomodarlas en ningún momento y soldándose con discreción a cada una de sus voces.
Hubo incluso tiempo para redondear la velada musical y bisar la “Barcarola” de Los cuentos de Hoffmann, pero la locura llegaría con “Las carceleras” de Las hijas del Zebedeo, interpretadas a dúo, para que el público despidiese la temporada en pie ovacionando a los artistas.