Aquellos días de ricos paseos

Los Cursos de La Granda no sólo tienen momentos de alegría intelectual, sino también –pues, forzosamente, el transcurso del tiempo es inexorable–, momentos de duelo. Éstos tienen lugar, cuando comprobamos que desaparecen extraordinarias personalidades, con las que La Granda siempre contó, y una de las cuales fue, sin lugar a dudas, el gran científico Santiago Grisolía. Aún recuerdo las ricas conversaciones con él, en nuestros paseos en torno al lugar donde se desarrollaban los Cursos, porque le preocupaba todo el conjunto de las cuestiones intelectuales, y, entre ellas, por supuesto, la economía. Y hasta tal punto vivió el profesor Grisolía su interés por este tema, que a él se debe que los reputados Premios Rey Jaime I, pasaran a concederse, también, a economistas, con un jurado donde figuraron Premios Nobel de Economía, especialmente significativos. Recuerdo, en torno a todo esto, pasear yo con él por las calles de Valencia, debatiendo polémicas fundamentales en esta materia.

En todos los sentidos, mucho debieron los Cursos de La Granda a la acción intelectual directa e indirecta del profesor Grisolía. Es imposible que se me olvide la polémica presidida por Severo Ochoa en torno a la posible elección del sexo de los hijos. Ochoa era partidario de la libertad de elección siempre que no le sucediese nada a la madre y al resto de la descendencia; mas, Grisolía, se mostró mucho más cauteloso al respecto, por considerar que esa cuestión se relacionaba con, incluso, temas morales y debates teológicos, que un médico no debía soslayar. Fue lógico, por ese talante, que se le acabase designando Académico Correspondiente, en Valencia, de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Por supuesto, comprendimos el momento de su abandono de los Cursos de La Granda. Su inseparable esposa Francis, bioquímica norteamericana, y también asistente, año tras año, a los Cursos, adquirió una enfermedad incurable, y, para no abandonarla casi ni un segundo, envió un mensaje indicando que no se movería de su lado, pues su presencia junto a ella había pasado a ser fundamental.

Yo, personalmente, continué teniendo relación cercana con él y, concretamente para este año, pensaba hacer una mención especial a sus cursos de medicina. Desgraciadamente, nos ha llegado la noticia de su fallecimiento. Desde ahora y, curso tras curso, la memoria de Santiago Grisolía estará con nosotros y su ausencia, en nuestro sentimiento.

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