La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Yann LeCun y Demis Hassabis Premio "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica 2022

Dos inteligencias nada artificiales

Naturalidad y esperanza a dúo: LeCun profetiza un futuro sin barreras de idiomas donde humanos y máquinas compartan sentimientos, y Hassabis defiende la prioridad "de la ética"

Mentes prodigiosas. Yann LeCun y Demis Hassabis. Muel de Dios

La película "Her" narra la extraña historia de amor entre un hombre solitario y la voz femenina de un robot. Un romance futuro que tal vez algún día deje de ser ciencia-ficción. Así lo cree Yann LeCun, investigador jefe en inteligencia artificial (IA) de Meta, conglomerado que engloba Facebook, Instagram o WhatsApp, y premio "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica junto a Demis Hassabis. Dos mentes privilegiadas y nada artificiosas que derrochan entusiasmo por su trabajo e ilusión por lo que viven estos días en Asturias.

La Naturaleza humana, ese misterio a resolver en su alianza con la artificial. "Her" es "un buen ejemplo de la interacción que puede lograrse algún día". ¿Podrá, entonces, un humano decirle a una inteligencia artificial, como en la película, que "jamás he amado a alguien de la forma que te amo a ti"? LeCun programa un problema de base: "No sabemos qué es necesario para construir un sistema de IA similar a la inteligencia humana. Carecemos de unos principios o componentes esenciales". ¿Por ejemplo? "Las IA que construimos a día de hoy no aprende con la misma eficiencia con la que aprendemos los humanos o incluso los animales".

Lecun pone un ejemplo práctico: "Una persona puede conducir un coche con veinte horas de práctica . Una IA no. Se nos escapa algo. Las personas y los animales aprenden cómo funciona el mundo en sus primeros días vida. No hemos logrado reproducirlo con las máquinas".

Bien. ¿Seremos capaces algún día de reproducir lo que él llama "aprendizaje supervisado"? Si eso llega, "se nos abrirán muchas posibilidades dentro del ámbito de la IA. Cuestión de cinco o diez años, no lo sabemos. Resuelto eso, habrá nuevos obstáculos antes de llegar a esa IA que tenga tanto sentido común como un perro o un gato hasta llegar a la inteligencia humana". Y más: "El poder de cómputo del cerebro humano es enorme, la tecnología actual es mucho menos efectiva. No quiere decir que no podamos construir sistemas de IA fantásticos, y los hay muy especializados, pero ¿cuándo llegaremos a ese nivel de sentido común? No sabemos".

Hablemos de lo que se sabe con certeza, pues. "La IA ofrece acceso a muchas áreas nuevas. Sistemas de reconocimiento de voz fiables que permiten que 800.000 personas analfabetas en países en vías de desarrollo puedan usarlos. Cada vez se usan más los teléfonos inteligentes, que permiten interactuar con el mundo, acceder a la información... Lo mismo con personas con discapacidad visual. Y personas que hablan idiomas poco frecuentes se pueden comunicar con el resto del mundo. Mis compañeros en el laboratorio de investigación de Meta tienen un sistema llamado ‘ningún idioma se queda atrás’. Pueden traducir desde 200 lenguas a cualquier otra lengua. Una traducción bastante precisa". Otra posibilidad no tan lejana: viajar por el mundo con gafas en las que se va traduciendo instante lo que nos dicen. Difícil aún, pero ya no es una visión imposible.

Demis Hassabis, fundador de la compañía Deep Mind, es la amabilidad personificada. Ha dedicado su vida profesional a la IA y está convencido de que puede ayudar al ser humano a superar retos tales como la cura de enfermedades o la lucha contra el cambio climático. A problemas profundos, profundas voluntades de cambio. ¿Quién dijo miedo? "Nunca se sabe cuando las tecnologías potentes acabarán siendo buenas o malas. Depende del uso que hagan de ellas la sociedad. Por eso es importante cómo se despliegan estos sistemas". Podemos asistir a procesos revolucionarios tan poderosos como internet o la electricidad y hay que ser sensatos y cuidadosos al desarrollarlo. La ética, siempre en mente. Es importante que haya debate".

Detengámonos en un asunto peliagudo: ¿La IA puede llegar a hacer la guerra por su cuenta? "No trabajamos para aplicaciones militares en mi empresa. No. Quizá sea necesaria una reglamentación en ese sentido. La cooperación internacional es clave. La tecnología en sí misma es neutra. Las armas autónomas no se deben construir, siempre tiene que haber un ser humano que tome decisiones. Estamos hablando de cuestiones de vida o muerte". ¿Hay límites para la IA? Estudió neurociencia, estudió imaginación. ¿La máquina podrá emocionarse? ¿Soñar? ¿Crear? "El cerebro no lo puede replicar una máquina. ¿Podrá algún día? Es una pregunta sin respuesta".

Sus padres tenían alergia a la tecnología. ¿Cómo educa él a sus hijos? "Mi familia es creativa en el ámbito de la música, yo fui el ‘raro’. Empecé a estudiar ajedrez desde muy pequeño. Matemáticas, la lógica. Pero también las Humanidades, la filosofía me ayuda en mi trabajo científico. Mis hijos usan pantallas, sería hipócrita por mi parte no darles lo que yo tenía, aprendí mucho diseñando juegos de ordenador. Puede ser una muy buena manera de entrar en ese mundo. Es divertido y elimina barrera de la interactuación con las máquinas".

Compartir el artículo

stats