La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Shigeru Ban Arquitecto. Premio "Princesa de Asturias" de la Concordia

"La pandemia nos ha mostrado el futuro: no hacen falta grandes ciudades; podemos vivir y trabajar en cualquier sitio"

"Me decepcioné mucho con mi profesión, porque si trabajas solamente para gente privilegiada no trabajas para la sociedad"

Socio de José Andrés. "Mi amigo el chef ya me ayudó en Japón, tras las grandes inundaciones de 2016. La comida es muy importante después de un desastre natural. Así que confío en tener una buena colaboración con él". Muel de Dios

–¿Cómo es su casa?

–Es un apartamento que yo diseñé, muy pequeño pero muy cómodo. Está en un bosque rodeado de árboles: no se ha talado ninguno. Vivo en él desde hace más de 25 años.

Shigeru Ban (Tokio, 1957) puso el pie en Oviedo ayer, a las cuatro de la tarde. Chaqueta y pantalón negros. Debió de pensar que había llegado al Sáhara cuando recibió en su cara una bocanada de aire a treinta grados a finales de octubre. Hoy recibirá el premio "Princesa de Asturias" de la Concordia. Alguien comentó al verle: tiene cara de actor, de antagonista del agente 007. Sin embargo...

–...Es un placer recibir este premio. Sé que hay grandes arquitectos que han recibido el premio de las Artes, pero es muy poco habitual que un arquitecto reciba el premio de la Concordia. Y es un verdadero placer que se reconozca mis 27 años de trabajo en zonas de desastres.

Sí, casi tres décadas lleva Ban acudiendo a lugares en los que se han registrado grandes catástrofes. Si se le pregunta por el escenario más desolador que ha pisado, alberga dudas:

–Es muy difícil hacer comparaciones. Cuando fui por vez primera a los campos de refugiados de Ruanda, la situación era tremenda. Gente sufriendo con unas tiendas malas... Cuando llovía, se congelaban de frío. También en Japón, en 2011, en Fukushima y Tohoku, se sumaron un terremoto, un tsunami y un problema nuclear. Recientemente, he estado en Polonia con los refugiados ucranianos...

Shigeru Ban está considerado un activista de la arquitectura, un arquitecto de emergencias ante grandes catástrofes. No disimula su satisfacción ante la pregunta de si la arquitectura está demasiado inclinada a hacer casas para ricos.

–Los arquitectos trabajamos para gente privilegiada que tiene poder y dinero. Ese ha sido tradicionalmente nuestro trabajo. Pero yo me decepcioné mucho con mi profesión, porque si trabajas solamente para gente privilegiada no trabajas para la sociedad. Como activista y como arquitecto, quiero utilizar mis conocimientos también para los que han perdido sus casas debido a desastres naturales.

Con todo, admite que en su currículum hay de todo.

–A mí también me gusta construir edificios monumentales. He diseñado varios museos, casas grandes de ricos... No critico a los que se dedican a edificios monumentales: yo también lo hago. Pero busco un equilibrio: trabajar también para los que sufren.

El arquitecto japonés construye casas, pero también discursos directos y persuasivos. Se mueve cómodamente ante preguntas que para otros pueden ser fuente de largos circunloquios. Por ejemplo: ¿Qué es lo imprescindible para que alguien diga "tengo una casa"?

–Para mí, la arquitectura es un tejado. En cualquier país y para cualquier clima. Luego pueden añadirse tabiques, particiones, pantallas, lo que sea... Lo primero es contar con un buen tejado: eso es para mí la arquitectura.

A Ban no le quita demasiado el sueño el encarecimiento de los materiales de construcción.

–Me gusta utilizar cualquier material disponible en la zona en la que trabajo. Incluso plástico, bambú, tubos de papel... Utilizo tubos de papel porque es un material que está disponible en todos los países y es muy ligero. En Ecuador trabajé con bambú tejido. Estos materiales locales son baratos, además.

Siendo muy joven, el premio "Princesa de Asturias" de la Concordia se trasladó a vivir a Estados Unidos. Se formó como arquitecto en California y en Nueva York. En 1985, fundó en Tokio su propia firma, que también tiene presencia en Nueva York y París. Asimismo, enseña en universidades como las de Tokio, Harvard y Cornell (estas últimas en Estados Unidos). En 2014 obtuvo el premio Pritzker, considerado el "Nobel" de la arquitectura.

Cuando describe su papel en las catástrofes, huye de la grandilocuencia:

–Mi organización es muy pequeña y no puede devolver a la gente sus casas. Puedo hacer cosas pequeñas. Busco grupos minoritarios que tienen problemas que no pueden ser resueltos por grandes organizaciones gubernamentales o por Naciones Unidas. Busco socios locales y puedo cosas que ellos no pueden hacer. Mi capacidad es limitada. Pero, después de un desastre, la velocidad de respuesta es importante. Yo decido ir allí sin hablar con nadie y por eso puedo hacer cosas más inmediatas: porque voy por mi cuenta.

Preguntado por el futuro de la arquitectura, también se define con nitidez:

–Para mí, la arquitectura es conservadora. Lo que para uno es un espacio cómodo no va a cambiar en el futuro. Un espacio cómodo es una ventilación natural, también la sombra natural, los espacios semiexteriores... Esto no va a cambiar en el futuro. El progreso tecnológico ahorra tiempo a la hora de diseñar y construir, pero ni mejora la arquitectura ni la hace más cómoda.

Quienes han sido testigos de procesos devastadores quizá desarrollan un sentido especial para ver luz al final del túnel:

–No se puede decir que la pandemia haya sido una suerte, pero con la crisis del covid nos dimos cuenta de que no necesitábamos trabajar en una gran ciudad. Esta terrible pandemia nos ha mostrado el futuro: no tenemos por qué crear estas grandes ciudades, podemos vivir y trabajar en cualquier sitio.

Compartir el artículo

stats