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Carmen Linares despide los Premios por alegrías

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EN IMÁGENES: Así fue el concierto de Carmen Linares en Oviedo para cerrar la semana de los Premios Miki López

La Semana de los Premios se despidió con aire flamenco y en la antigua fábrica de La Vega, en Oviedo. «Carmen Linares. Cuarenta años de flamenco», un concierto planteado como una antología de cantes de mujer, dio a la jienense, ganadora del premio «Princesa» de las Artes junto a la bailaora María Pagés, la ocasión de agradecer la distinción por todo lo alto. «¡Qué días llevo en Asturias! ¡Qué emoción! ¡Vais a acabar conmigo!», dijo, hablándole a un auditorio de cerca de 600 personas, que al acabar el espectáculo bien podrían haberse dirigido a ella en los mismos términos.

Nada más entrar a escena la cantaora se llevó la primera ovación del público. El concierto transcurrió con la imagen de Granada como fondo de escenario.

La cantaora se arrancó por tangos, con unos textos de García Lorca y populares. Muy bien arropada musicalmente, en el concierto de ayer tuvo al piano, tocando magistralmente, a Pablo Suárez, que también la acompañó el pasado viernes en el Auditorio de Oviedo, ante los Reyes y sus hijas.

 Carmen Linares ha incorporado el contrabajo a sus espectáculos, algo poco habitual en los cuadros flamencos y que dio un acento más de fusión al recital de ayer. Su espectáculo tuvo momentos de tono experimental, en los que mezcló palos de manera poco ortodoxa o incorporó las cantiñas, que son un palo gaditano parecido a las alegrías y que la artista borda.

Tras esas aventuras sonoras, Carmen Linares regresó a su lugar natural, que es la toná, y por ahí continuó el concierto. La toná es el palo más duro y ancestral del cante jondo y ella lo acompañó con un baile muy austero y enérgico en el que la bailaora Vanessa Aibar destiló puro flamenco. Este fue el punto álgido del espectáculo, en el que la cantaora guardó sitio a los homenajes a Federico García Lorca, Enrique Morente, Miguel Hernández, Mercedes Sosa y Paco de Lucía –éste último premio «Príncipe de Asturias» de las Artes, como ahora ella–.

Carmen Linares se despidió tras hora y media del mejor flamenco y por alegrías, para esta ocasión inspiradas en la «Canción de los vendimiadores» de Miguel Hernández. Puso al público en pie y dejó un vibrante regusto flamenco en el otoño asturiano.

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