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Crítica / Teatro

Mayorga cautiva con su "Silencio"

El premio "Princesa de Asturias" teatraliza el discurso de entrada en la Academia junto a Blanca Portillo, cuya interpretación levantó al Palacio Valdés el mismo día en que el autor recogía el "Princesa de Asturias"

Mayorga cautiva con su obra en el teatro Jovellanos | JUAN PLAZA

Biff en "Regreso al futuro 2" manga el almanaque de apuestas y monta un lío en el mundo que Doc, el inventor, le desentraña a Marty Mcfly, el viajero en el tiempo. Le dice, así, con estas palabras: "El continuo espacio tiempo ha sido alterado y el resultado ha sido una secuencia temporal que da lugar a una realidad alternativa". Algo parecido, de verdad, sucedió antes de anoche en el teatro Palacio Valdés, en Avilés (y, anoche, en el Jovellanos de Gijón) con la representación de "Silencio".

El 19 mayo de 2019 Juan Mayorga, vestido de pingüino, leyó-interpretó en el salón de actos de la Real Academia un discurso al que puso por título "Silencio" –yo estaba allí–. El viernes (y este sábado) este discurso, llamándose igual –siendo igual, a grandes rasgos–, fue totalmente distinto. Ya no era Juan Mayorga el lector-intérprete sobre la escena: se había cambiado por Blanca Portillo haciendo de una actriz que dice un "sí" nocturno a la alternativa que el académico le propone a última hora, pero un "sí" que sólo dura un rato. Y eso está bien porque ahí nace la función: con esa confirmación, un discurso docto –muy docto– se convierte en teatro y la realidad –la lectura en el salón de la Academia– se transforma en una realidad alternativa y el espectador vive esta juerga de realidades con el gusto de creerse ficción y la satisfacción, al final, de seguir siendo real para poder disfrutar contando que una vez uno fue de mentira de tan borracho que estaba en las palabras del último "Princesa de Asturias de las Letras.

Explicó el propio Juan Mayorga, en el Campoamor, al mismo tiempo en que Blanca Portillo era Mayorga en el Palacio Valdés: "Tampoco el personaje que hoy pongo ante ustedes –para el que en esta ocasión no encontré otro intérprete dispuesto a representarlo–, tampoco él se siente seguro de no estar soñando. Después de verse acogido por gentes tan afectuosas como solo suele haber en los cuentos, ahora comparte escena con personas admirables en sus importantes empeños. Acercarse a ellas ya sería, sueño o no, un gran premio". Y esto es, creo, una continuación de: "La situación es teatral. Lo es la división del espacio, que separa a los recién llegados de quienes ya estábamos aquí y ahora nos movemos como si hubiéramos ensayado". El comienzo de "Silencio".

El espectáculo que nació como discurso sobrevivió en el mundo de los sabios convirtiéndose en función, transformándose en las sombras de la caverna platónica. Y esa transformación del espacio tiempo fue tan majestuosa como para que la platea entera del Palacio Valdés se pusiera en pie y, durante un rato largo, se rompiera las manos para celebrar el trabajo que había llevado a cabo una Blanca Portillo haciendo de actriz que hace de Mayorga transformado en frac por el poder de la imitación. "El teatro no puede engañar al espectador; ha de hacer del espectador su cómplice. Éste puede desdoblar una persona en otra; un objeto, un espacio, un tiempo en otros. Pero si el espectador les niega su complicidad, ese tiempo, ese espacio, ese objeto, esa persona sólo son lo que fuera del teatro". Esto también es de Mayorga, pero de otro discurso.

O sea, que la realidad cambia y se hace ficción y en este cambio contribuyen –brutalmente– Blanca Portillo y el propio Juan Mayorga cuando deja de lado al Académico que es, al dramaturgo premiado, y se convierte en director de escena. Lo que sucede es que a esta meta tarda un cachín en llegar. Y, mientras tanto, uno sólo atiende a los movimientos "clownescos" del candidato a académico: un "Charlot" tocado con una peluca como salida de una película de Hércules Poirot.

Otra vez el premiado toma la palabra: "He escrito siempre, en todo caso, para personas de las que espero mucho: espectadores que me acompañen con su pensamiento, con su memoria, con su imaginación". Y es ahí es cuando uno vuelve a ser cómplice el académico de mentira que se convierte en el salvavidas que Mayorga busca en el último minuto. Y es ahí cuando uno, entonces, se sumerge en ese huracán de palabras tomadas al rey Creonte o a la tirana Bernarda Alba... Y es ahí cuando uno comprende que la realidad que uno necesita entender sólo precisa de las palabras que expliquen la vida: las de Mayorga.

El teatro Jovellanos cerró la "Semana de los Premios" en Gijón, en la que varios de los galardonados se pasaron por la ciudad para mantener diferentes encuentros con el público. El cierre de ayer llegó con la representación de la obra "Silencio", de Juan Mayorga, y con Blanca Portillo como protagonista, que cautivó y emocionó al público que la presenció en directo. En la imagen, Portillo, durante un momento de la representación de "Silencio".

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