Pocas cosas se desconocen todavía de Carlos Sierra, uno de los pintores más relevantes de Asturias y uno de los más importantes representantes del realismo español contemporáneo.

Sin embargo, la Casa Municipal de la Cultura de Pola de Siero ha conseguido algo excepcional. A partir del jueves, ofrecerá una oportunidad única de contemplar de cerca una exposición inédita del bautizado como "pintor de Lieres", en honor a su lugar de nacimiento; compuesta por un centenar de obras realizadas en los años 60, el periodo previo a la etapa más conocida del pintor, iniciada en 1970.

En "Carlos Sierra años 60, pinturas y dibujos", comisariada por Luis Feás, se recogen las "imágenes de la memoria" del artista, como él mismo las definió; imágenes que necesitó en un momento concreto de su carrera, en la que su vida y su obra estaban muy unidas, pero que ya nunca volverá a hacer. La mayoría de las obras expuestas son dibujos, pasteles, guaches y acuarelas sobre papel, aunque también hay varios óleos sobre lienzos, bocetos y apuntes del pintor asturiano que reflejan el espíritu de la época.

Carlos Sierra (Lieres, 1943) demostró desde niño su habilidad innata para el dibujo. A los 17 años, siendo autodidacta, ya plasmaba los paisajes industriales de su entorno con una perfección asombrosa. Tras su primer trabajo en una agencia de publicidad de Oviedo, a principios de los 60, se encontró con el color en las visitas que hacía a las exposiciones de vanguardia en Madrid. En París, a donde viajó haciendo autoestop en 1962, coqueteó con el existencialismo y el postimpresionismo de Montmartre. Unas corrientes que le influyeron hasta en su vestimenta, convirtiéndose en arriesgada y chocante para el Oviedo de la época. Los clubes nocturnos de Barcelona, el servicio militar en Marruecos y la Revolución de Mayo del 68 marcaron también su obra.