El Sporting aplicó la ley del mínimo esfuerzo para adjudicar el trofeo Aspire, tras el empate sin goles entre Valladolid y Cultural. Un solitario gol del avilesino Mendi ante la Cultural, en una de las pocas ocasiones creadas por los rojiblancos inclinó la balanza. El Sporting despacha el trámite sin sufrir grandes rasguños, a la espera del diagnóstico de Julio y Rachid, ambos retirados con molestias. Los guajes no fueron mejores ni peores que el Valladolid y sí que marcaron cierta distancia sobre una impetuosa Cultural. Con permiso de Mendi, el hombre del día fue Pablo Fernández, que nunca olvidará que aquí disputó sus primeros minutos con el Sporting. Como Meré, de nuevo destacado ayer, no olvida su debut en este campo con la selección española sub-21, con sólo 17 años. Otro de los que se reivindicaron fue Pablo Pérez, al que se le está poniendo cara de comodín. Juega de todo y casi siempre bien. La cita de ayer sirvió también para que Mascarell aumentase su rodaje y para que Mendi añadiese otra muesca a su pistola veraniega.

Con un equipo de circunstancias, el Sporting sufrió la presión de un decepcionante Valladolid que, plagado de titulares, despachó el envite con un par de disparos desde fuera del área. Abelardo dio descanso a la columna vertebral de su equipo y formó una alineación con varios futbolistas desubicados. Sin embargo, el Sporting aguantó sin demasiado empacho el dominio del conjunto pucelano y, al final del partido de 45 minutos, pudo inclinar el parcial a su favor, con remates desviados de Juan Muñiz y Carmona, además de un posible penalti por una mano de Samuel tras una buena progresión de Mascarell.

Sin futbolistas suficientes para hacer dos equipos, Abelardo distribuyó a los futbolistas con la necesidad de ir tapando agujeros. Julio volvió a jugar con el Sporting haciendo pareja con Guitián. Meré apareció en el lateral derecho y Álex Menéndez en el izquierdo. Curiosamente, a partir de la desgraciada lesión de Julio, sustituido por Alberto González, el equipo se ordenó, dio un paso al frente y pudo inclinar el primer tiempo a su favor.

Alberto despachó con seguridad el trabajo que le facturó el Valladolid. El catalán repelió los disparos de Alfaro, Timor y, sobre todo, un remate cercano de Óscar tras un mal despeje de Julio. Una falta lanzada por Timor acarició el larguero.

El Sporting cedió la posesión al Valladolid, que jugó mucho en su campo y careció de profundidad. Los estiletes aún no están afilados a estas alturas del verano, en la que los esfuerzos de la pretemporada dejan poco espacio a la velocidad explosiva.

El Sporting sufrió en defensa, donde se acusó cierta inseguridad. Tampoco es que el Valladolid creara un aluvión de ocasiones. A los de Abelardo también les costó trenzar y llevar la pelota en buenas condiciones a posiciones de remate. Sólo al final, se dejó ver la segunda línea, mientras que Carlos Castro era el sacó de los golpes de la ruda defensa vallisoletana.

Abelardo presentó un equipo más ordenado en el segundo encuentro ante la Cultural. Esto, unido a la fragilidad del rival, mejoró la imagen de los rojiblancos que, esta vez sí, llevaron la voz cantante en la posesión del balón. La mayor posesión no se tradujo en un mayor fluidez del juego, que siguió espeso, ni en mayor frecuencia en las llegadas.

La lesión de Rachid fue un nuevo contratiempo para Abelardo, que resolvió el incidente dando la alternativa al candasín Pablo Fernández. Juan Muñiz pasó al doble pivote junto a Mascarell y Pablo Pérez cayó a la izquierda. En el segundo partido se vio un defensa mucho más sólida, con mención especial para Meré. Este chico está para corchar y pareció sobrado ante rivales de Segunda B.

Con todo, la Cultural tuvo algunas ocasiones a la contra, que nunca encontraron portería. El Sporting llegó poco, pero llegó mejor. Una buena progresión por la derecha, con incorporación de Alberto estuvo en la génesis del gol. El lateral, siempre cumplidor, puso un balón raso para la llegada en carrera de su compañero del filial Mendi, que se anticipó a Jordi y fusiló a Diego Calzado. El Sporting aplicó, por tanto, la ley del mínimo esfuerzo para despachar un compromiso sin mayor historia.