Antes que nada, frenar la euforia. En plena Semana Grande gijonesa, el Sporting se presentó ante su público con una ilusionante victoria ante un Palermo que se desempeñó con la cadencia parsimosiona de los equipos italianos en los bolos veraniegos. No se puede rascar en los amistosos y así no es fácil competir. La lasitud siciliana no resta un ápice de mérito al restallón rojiblanco. Fue un buen día para el Sporting que, diga lo que diga Abelardo, volvió a jugar con el mismo once con el que se enfrentó al Almería en Miramar y con el mismo, salvo nimios matices, que se medirá al Real Madrid en el primer partido de Liga en El Molinón. Fue un día de tantos para la defensa, tan sólida que fueron los rojiblancos quienes parecieron el equipo italiano. Fue un día grande para los guajes Carlos Castro y Pablo Pérez. "Il bambino de Ujo" mandó su carta de presentación al Calcio con un partido de delantero caro, rematado con un gol de muchos quilates. Recibió un pase profundo de Pablo Pérez, recortó en una baldosa a Vitiello y fusiló al que fuera portero del Recreativo de Huelva Sorrentino. El colegial, por su parte, se ofreció voluntario para cubrir el hueco de la banda derecha, donde desbordó, centró y llegó a posiciones de remate. Su sociedad con Castro anuncia ríos de tinta sobre estos guajes.

Ofreció el Sporting sus virtudes conocidas. Las que le han traído hasta aquí. Y otras sorprendentes, como el cabezazo en plancha con el que Lora dobló la ventaja al hacer los honores a un centro de Jony desde la derecha.

Fue un buen día para el Sporting, muy superior a un rival que afronta su segundo año consecutivo en la Seria A italiana. El Sporting combinó con seguridad y fluidez y llegó con claridad meridiana a zonas de remate. Cuéllar, en el otro área, pasaba el rato aplaudiendo a sus compañeros, mientras a Sorrentino le llegaba el agua al cuello. El baño en el Cantábrico acabó por despertar al Palermo, que arriba tiene jugadores de cierto nivel. Al descanso, Iachini cambió la defensa de cinco por un 4-2-3-1, dio entrada al sueco Quaison que animó a Franco Vázquez y el Palermo dio sus primeras señales de vida.

Abelardo, el más aplaudido de la presentación, se tomó el partido con la formalidad de las grandes citas y lanzó avisos desde la convocatoria, en la que no entraron, además de Mandi y Ndi, Juan Muñiz, Hugo Fraile y Guitián. Primeros mensajes del Pitu a varios futbolistas. Perderse lo de ayer es un aviso severo.

El equipo gijonés supo aprovechar las facilidades

El Palermo apenas dedicó unas horas al compromiso de ayer. Llego en un chárter, descanso en el hotel, se marcó un tour por El Molinón, como tantos turistas que visitan la ciudad, y regresó en vuelo privado a Sicilia. Tiempo suficiente para disparar la euforia en El Molinón. A nadie le pasó desapercibida la pobre imagen ofrecida por el conjunto italiano, pero el Sporting supo sacar provecho y jugar su partido.

Liberados de presión, los futbolistas rojiblancos trenzaron un fútbol combinativo y profundo, sacaron centros y buscaron el remate. Se dejó ver Mendi, muy activo en el segundo tiempo. Marcó un gol anulado por fuera de juego y posteriormente otro que si subió al marcador. Mostró un especial instinto para pescar balones sueltos por el área.

El debutante Omar Mascarell fue recibido por aplausos con la inercia de la ovación cerrada a Nacho Cases en el relevo entre ellos. El tinerfeño dejó detalles que invitan al optimismo, aunque aún tiene que coger el ritmo que lucieron ayer sus compañeros.

Con el trofeo en el bolsillo, el Sporting aflojó el ritmo. Tampoco se trataba de destrozar a un visitante amable. La segunda parte se convirtió en un bodrio que aburrió a las piedras, hasta el punto de que el gol del honor italiano pasó desapercibido. Un mal centro de Hiljemark cruzó el área hasta que Quaison lo remachó en el segundo palo. Todo el campo, sorprendido por la posición del goleador, se giró hacia el asistente, que ya corría hacia el centro del campo. Quaison salvó la honra siciliana.

El Sporting suma otro trofeo a su vitrina y deja sensaciones positivas que hay que valorar con la frialdad conveniente. El partido de ayer fue una fiesta para celebrar el regreso a Primera, un homenaje a los guajes y al Pitu, pregonero de lujo, y un mensaje al sportinguismo para que crea en un equipo que se ha preparado para competir con los grandes.