¿Querían goles? Pues venga goles. Al nuevo McSporting se le soltaron las costuras en Riazor, donde no quedó ni sombra del equipo que habíamos conocido hasta ahora. La rocosa defensa impenetrable concedió más remates ayer que en las dos últimas temporadas juntas. A cambio, el equipo tuvo la pegada de un aspirante al cinturón de los pesos medios. Marcó Sanabria, que confirmó su prestigio de goleador de altura, al remachar un centro preciso de Lora, desatado en el partido de ayer. Por si el primer gol del Sporting esta temporada había cogido desprevenido a alguien, los mismos protagonistas marcaron en la repetición unos minutos después. Una moviola perfecta. Cualquier otro día, el partido estaría despachado a los ocho minutos y el resto del choque no valdría ni para hacer salchichas.

Ayer no. La lesión de Cuéllar en el calentamiento hizo correr un escalofrío por la columna vertebral del sportinguismo, que no respiró tranquilo ni con la ventaja de dos goles. Hizo bien. El Deportivo se encontró con un tanto casi sin querer y se vino arriba, logrando empatar el partido como agradecimiento a las facilidades ofrecidas por el Sporting. Era un momento crítico, de esos en los que aparecen los grandes jugadores para inclinar la balanza con ese plus de calidad. En el Sporting hay dos futbolistas llamados a marcar la diferencia. Sanabria aporta los goles y Halilovic se los inventa. Una buena contra del Sporting se convirtió en una ocasión clamorosa después de pasar por los pies del menudo genio croata. Halilovic se lanzó en una de sus elegantes conducciones, atrajo a todos los defensas deportivistas y le entregó la gloria a Álex Menéndez, quien hizo justicia a la enorme asistencia del croata con un disparo cruzado a la cepa del poste que dio la primera victoria de la temporada al Sporting.

Algo tiene Riazor, que no hay visita del Sporting tranquila. Son partidos de alto voltaje, que deberían jugarse con un desfibrilador en cada área. El Sporting sacó ganancia de un primer tiempo revuelto que no le gustó demasiado al Pitu, quien prefiere tener el partido bajo control. El técnico logró ordenar a su equipo tras el paso por el vestuario y la segunda mitad se convirtió en un ejercicio de resistencia. Los rojiblancos sólo tuvieron alguna opción de inquietar a Lux en el tramo final del choque.

Sorprendió Abelardo con una alineación llena de novedades. El técnico, que devolvió la manija del equipo a Nacho Cases y reforzó la presión alta con Guerrero, le dio un giro inesperado a la banda izquierda. Preocupado por las incorporaciones de Laure, el Pitu decidió jugar con dos laterales izquierdos. La apuesta le salió bien, el Deportivo perdió una banda por la que suele cargar con peligro. El peaje fue que el equipo se desordenó en el primer tiempo, quizá más inseguro de lo habitual sin tener la protección milagrera de Cuéllar a su espalda. La papeleta fue para Alberto, arrojado al toro con un calentamiento en versión reducida.

El portero extremeño figuraba en la alineación repartida a los medios, pero un mal gesto en el calentamiento lo mandó al banquillo. Pero no lo sacó del partido. Cuéllar lo vivió a su manera, hizo indicaciones, presionó al árbitro y sus asistentes, discutió con los rivales y dio instrucciones a los recogepelotas. Podría decirse que también jugó.

Mientras el Deportivo se desperezaba a la hora de la siesta, el Sporting golpeo con furia. Dos apariciones de Lora por la derecha con dos centros de manual, permitieron dos remates calcados de Sanabria. Inalcanzables para Lux. En ocho minutos, el Sporting logro dos goles más que en las tres jornadas anteriores. El primer cuarto de hora fue una exhibición rojiblanca. La magia se rompió con la fragilidad de un vidrio caído. Juanfran prolongó un córner en el primer palo y la pelota terminó en la red de forma casi sorprendente, ante el estupor de los rojiblancos.

El rugido de Riazor despertó al Deportivo que atacó con rabia y volvió a marcar con demasiada facilidad. Luis Alberto amagó desde la izquierda y sacó un derechazo a la cepa del poste que protegía Alberto, sorprendido por la violencia del disparo. El Dépor no se sació y al Sporting se le vino encima el recuerdo de tragedias anteriores, cuando un despeje de Bernardo estuvo a punto de sorprender a Alberto.

Hacía falta un héroe, un líder que levantase al equipo y lo guiase hacia la victoria. Fue entonces cuando Halilovic pidió el balón. Arrancó una de esas conducciones que siembran el pánico en campo enemigo, aceleró la jugada y atrajo hacia sí a todos los rivales. Con la naturalidad del que lo ha hecho mil veces le dio a Álex Menéndez el mejor pase que ha recibido en su vida. El canterano tuvo tiempo de controlar, acomodarse y cruzar el balón fuera del alcance de Lux. Este gol sí que ya supo a victoria.

El Sporting controló el escenario hasta llegar al descanso, donde Abelardo reinterpretó el partido. El Pitu quiso reducir la adrenalina en el segundo tiempo y atrincheró a su equipo. El Sporting no concedió más ocasiones que algún error individual en los despejes. La más clara fue un latigazo de Fayçal que Alberto desvió al poste en una parada de mérito. El Dépor se perdió entre balones al área y disparos lejanos. Hubo más sensación, que peligro real.

El Sporting empieza de la mejor manera una semana decisiva, con tres duelos ante rivales directos y acrecienta su leyenda en Riazor. Conseguido el primer gol y la primera victoria, el equipo se suelta ya de todas las cadenas. El Sporting está en la pelea y no será fácil tumbarlo.