Cuando el Sporting se pone bravo es capaz de comprometer al más pintado. El estimable Rayito de Paco Jémez se las prometía muy felices cuando, a los dos minutos de la segunda parte, doblaba su ventaja ante un rival en inferioridad numérica. Cualquier otro equipo habría arrojado la toalla y daría por buena una derrota honrosa. Desde la esquina de Abelardo no se arrojan toallas, si no perdigones. En el momento más crítico del equipo, al Sporting se le apareció Jony, un futbolista al que llevaba meses esperando. El extremo de Cangas intuyó el enésimo mal pase de Amaya, una nota discordante en la sinfonía orquestada por Paco Jémez, y se fue como un tiro hacia Toño al que superó sin pararse siquiera a pensar cómo.

Tuvo arrestos Jony para otra escapada a pie cambiado que pudo girar definitivamente el signo del partido. Tras romper a dos defensas, dejó l balón atrás para la llegada de Mascarell, buen exponente de la segunda línea de ataque. El canario conectó un disparo a media altura que iba directo al electrónico. Amaya, quién si no, se lanzó a tapar el disparo y sucumbió a la tentación de sacar el brazo. Lo que antes había sido penalti y expulsión de Bernardo se quedó ahora en nada, según el doble rasero del árbitro vasco Vicandi Garrido.

En ese penalti no señalado se fundió el Sporting, que mereció el aplauso de Vallecas. Es el del Rayo Vallecano un estadio romántico, capaz de reconciliar con el fútbol al aficionado más desencantado. Un campo de siempre, donde los futbolistas calientan al ritmo de AC/DC o Bon Jovi y los goles se celebran con música de Europe. Es también un campo entendido que aprecia la apuesta valiente de Paco Jémez por un fútbol de alta escuela con mimbres de rastrillo. Sólo Vallecas tiene la paciencia de defender su credo. En otro campo, Paco sería una especie protegida.

El Sporting sale dolorido de Vallecas, donde se deja tres puntos importantes ante un rival directo y pierde a Bernardo para la batalla del próximo domingo ante un Betis mucho menos amistoso que el de aquella tarde memorable del Benito Villamarín. El Pitu tiene apenas tres días para conseguir que sus futbolistas se queden con la imagen del segundo tiempo. El Sporting cedió, pero como los árboles de Alejandro Casona, murió de pie, sin someterse al buen juego de un Rayo Vallecano que no encontró la forma de meterle mano al entramado defensivo de Abelardo hasta el penalti. Y que, es cierto, en el tramo final del encuentro pudo aumentar su ventaja aprovechando las ansias de remontada de los rojiblancos, más que su fatiga.

El prestigio del Sporting crece con esta derrota en inferioridad, a la espera del dictamen de las moviolas. El partido se le fue por el doble rasero arbitral y lo mejor ahora sería que Vicandi hubiera acertado.

Amaya calca el penalti de Bernardo, pero Vicandi no lo pita

Al Sporting se le puso el partido en chino en el minuto 39, como si quisiera hacer los honores al patrocinador principal del Rayo Vallecano. En apenas un minuto, el tiempo que tardó Bernardo en ver dos tarjetas amarillas y cometer un penalti, al Sporting se le fue un choque que tenía bajo control. Con dos líneas de cuatro hombres tan juntas que casi se tocaban, el Sporting achicaba el espacio para tapas los pases de Trashorras. Los de Abelardo salían con inquina a la contra y, hasta ese minuto fatídico, las mejores ocasiones habían sido amarillas, o sea, rojiblancas. Al Rayo no le quedaban más argumentos que intentarlo por fuera, pero la pareja de centrales dominaba sin problemas el espacio aéreo.

La alineación de Abelardo fue un canto a la originalidad. Para no gustarle las rotaciones, el técnico le ha dado la vuelta a su equipo como un calcetín en los dos últimos partidos. El debut del juvenil Jorge Meré, que cumplió con nota, estaba cantado. Abelardo le hizo sitio dando descanso a Lora y mandando a Luis al lateral. La mayor sorpresa en la defensa fue la continuidad de Canella, premiado por su buena actuación en Riazor. Para quien no hubo premio por el gol de la victoria en La Coruña fue Álex Menéndez, que tuvo que dejar su sitio al resurgido Jony. El extremo de Cangas sigue reapareció en el segundo tiempo, justo cuando más lo necesitaba su equipo. La vuelta del mejor Jony y el crecimiento de Halilovic anuncia un Sporting de alta velocidad.

El mayor golpe de efecto de Abelardo fue la revolución del centro del campo. Sin Sergio ni Nacho Cases, el Pitu renunció al balón y buscó los pulmones descansados de Mascarell y Rachid. El canario estuvo a un gran nivel, mientras que el francés necesita más ritmo.

Cuando Javi Guerra cazó un balón suelto en el inicio del segundo tiempo, el partido pareció despachado. Hasta que el rugido de la moto al arrancar despertó a los guajes, que metieron una marcha más y apunto estuvieron de completar una remontada para la épica. Se quedó el Sporting a un paso de haber sumado un punto importante. Pero su prestigio no sufre rasguños. Incluso en inferioridad numérica, el Sporting es un equipo difícil de ganar.

El ataque desesperado de los rojiblancos abrió resquicios en el muro defensivo. Embarba, Baena y Lass tuvieron algunas ocasiones claras que se fueron al muro tras la portería defendida por Alberto. No se movió el marcador, que deja un mal sabor de boca para el Sporting. El equipo se trabajó un resultado mejor y la mala fortuna personificada en Bernardo evitó que el Sporting saliera de Vallecas muy reforzado en su propuesta.