Al Sporting de Abelardo le dieron ayer a probar su propia medicina. Tiene un punto de amargura, de ocasión perdida. No estuvo fino el Sporting, ni desde el banquillo, ni sobre el césped. El equipo de Abelardo se situó ante el espejo y su buena imagen se resquebrajó. El Levante sale victorioso con las armas preferidas de los guajes, que se vieron desarmados de argumentos. Los granotas dominaron el juego aéreo, ganaron las segundas jugadas, mostraron una eficacia de equipo grande y disfrutaron de un portero inspirado. La receta clásica del Sporting.

Se esperaba un Levante más protegido, inquieto por su mala posición en la tabla y hasta temeroso de quedarse descolgado. Había, eso sí, cierta desconfianza por las nuevas fórmulas que venía aplicando Rubi, un entrenador joven, pero cargado de prestigio. El Sporting, por su parte, llegaba reforzado por su buena imagen en el Calderón y bien dispuesto para fortalecer la solvencia de El Molinón y marcar distancias con la zona de vértigo. Después de noventa minutos, quizá los más duros para el Sporting esta temporada, los papeles se han cambiado.

Vaya por delante, lo exagerado del resultado. Un matiz convenido por los dos entrenadores, que no sirve de excusa para el pobre Sporting que saltó ayer al césped de El Molinón. No les salió nada, en un partido mal enfocado desde el inicio. Tan sólo Cuéllar mantuvo el nivel habitual, aunque sus dos estiradas no alcanzaron para evitar los dos primeros goles visitantes. Le falló la protección habitual de los centrales.

Al contrario que su amigo Luis Enrique, que reservó al intocable Leo Messi en el clásico, Abelardo, como Benítez, escogió alinear a los futbolistas que salían de una lesión. Sanabria y Canella rindieron por debajo de sus posibilidades, aunque no fueron los únicos. Bernardo acusó el viaje en balde al otro lado del charco y fue arrollado por David Navarro en las acciones de estrategia. Tan sólo Halilovic sembraba el pánico en la zaga valenciana y también los pivotes mantuvieron el tipo por turnos. Empezó bien Mascarell y acabó siendo importante Nacho Cases.

Abelardo sorprendió también con Hugo Fraile. La posición de extremo derecho es el hueso que se le ha atragantado al Pitu en la garganta. Llegados a este punto, no se entiende la ausencia de Dani Ndi, seguramente el jugador del Sporting que mejor ha entrenado durante toda la semana. Una vez que se ha dado el paso de perdonarlo, para qué retrasar más su presencia en el equipo.

Fue un día duro para Jony. Mal partido, un indolente penalti fallado y primeros pitos de El Molinón. Como le sucede a Ronaldo en el Madrid, cuesta entender la obsesión de Jony por ejecutar todo tipo de acciones a balón parado cuando hay compañeros mucho mejor dotados para esta suerte. Tampoco se entiende que, como al portugués, se le consienta desde el banquillo. El penalti desaprovechado ayer con un lanzamiento frívolo malbarató la última oportunidad del Sporting de engancharse al partido. Jony tiene cualidades para ser un gran extremo, de los que ya no quedan, y una facilidad para vaciar de significado su juego. Cuanto menos se complica, más letal resulta. Jony, como el Sporting, debe levantarse tras este golpe.

A pesar de ser dos equipos llamados a pelear por la permanencia, Sporting y Levante entraron enseguida en materia, olvidándose de los preámbulos. Deyverson mandó al Piles la primera ocasión en que le ganó la espalda a la defensa y Simao tapó con el cuerpo un remate de Halilovic en la mejor jugada rojiblanca del primer tiempo. La tormenta arreció con fiereza y al Sporting se le nubló el horizonte. David Navarro sobrevoló a Bernardo exigiendo la estirada de Cuéllar. El Levante, que ganó todos los rechaces, siguió percutiendo y Deyverson se mostró como un especialista en desviar a la red balones perdidos. Así llegaron los dos goles del brasileño en la tarde de ayer.

Una falta innecesaria de Bernardo abrió la puerta al segundo tanto visitante. Morales no podría haber elegido mejor posición para colocar el balón y mandarlo a la escuadra. Llegó la manopla de Cuéllar y desvió la pelota al larguero. Tan rápido quiso llegar Luis Hernández a despejar el cuero, que se pasó de frenada y Feddal marcó casi de forma involuntaria.

El Sporting tuvo un carrusel de ocasiones claras. Rubén, el portero del Levante, acabó erigido héroe del encuentro. Sus paradas y la falta de precisión en muchos remates rojiblancos, evitaron la reacción de los guajes. La estadística, la ciencia más mentirosa que hay, dice que el Sporting tuvo tantas ocasiones como el Levante. Quizá sí, pero las rojiblancas parecieron muy claras. El primer penalti de la temporada a favor de los rojiblancos se fue al limbo, y con él dos remates de Castro, dos rosquitas de Halilovic y un cabezazo de Sanabria en boca de gol. Ocasiones hubo, faltó fortuna.

Antes de que empiecen a rasgarse las vestiduras, conviene respirar hondo. El Sporting dio ayer un paso atrás, pero su gran rendimiento anterior le mantiene fuera del descenso. La pelea por la permanencia será dura y desigual para el Sporting, que compite lastrado por la sanción de la Liga y en una situación económica compleja. Las facturas que no se pagaron durante años se liquidan ahora sobre el césped. Abelardo, que quizá ayer no acertó con el enfoque, mantiene el crédito intacto por su infinidad de aciertos previos. Y los futbolistas son los mismos que han traído al equipo hasta aquí. Es pronto para lapidaciones. El Sporting juega con guajes que han rendido muy por encima de lo esperado. Es cierto que el resultado ha sido malo, decepcionante incluso y que se ha perdido una buena opción de encarrilar el asunto de la permanencia. Habrá más ocasiones, para un equipo que se merece un respeto.