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Análisis

Y Jony cargó el fusil de Sanabria

La inspirada decisión del cangués y el acierto del paraguayo salvaron al Sporting de un grave tropiezo ante Las Palmas

Y Jony cargó el fusil de Sanabria

Si nos acogiéramos al lenguaje belicista al que es tan propicio el fútbol, podríamos decir que el Sporting estuvo a punto de perder ayer en El Molinón una batalla que de antemano, y quizá de modo prematuro, había sido calificada de crucial. Y que le salvó su espíritu de supervivencia y, sobre todo, el acierto decisivo de dos de sus hombres. Para referirnos a ellos, es difícil resistir la tentación de utilizar el título de una de las películas antibelicistas más estremecedoras de la historia, "Y Johnny cogió su fusil". Porque Jony, el futbolista cangués, que no el soldado norteamericano, fue determinante para el desenlace de una batalla en la que no estaba en juego la vida de nadie pero sí unos puntos muy importantes. Y con él, el paraguayo Tonny Sanabria, que, como goleador, fue quien empuñó el fusil para, por tres veces, aprovechar certeramente la munición que le suministró su compañero. El acierto de los dos fue decisivo para salvar al Sporting de estrellarse contra el escollo de Las Palmas, una amenaza que gravitó sobre los gijoneses hasta más allá de la mitad del segundo tiempo. El claro triunfo final supuso un monumental respiro para los rojiblancos, que tendrá todavía más valor si sirve para ayudarles a recuperar la confianza y a templar los nervios para centrarse en una lucha, la de la supervivencia en Primera, que no les va dar tregua, como se encargan de recordarles cada domingo sus rivales, en especial los que visitan El Molinón.

UNA JUGADA CRUCIAL

Si hubo una jugada crucial en el partido fue la del minuto 25 del segundo tiempo, cuando un derribo a Jony provocó la segunda amonestación a Aythamy, que conllevaba la expulsión. Por entonces Las Palmas mandaba claramente en el partido. Si en el primer tiempo el empate había traducido en números que los canarios habían sido más dominadores y los asturianos, más profundos, el arranque del segundo tiempo dio a entender que el resultado podía inclinarse del lado de los amarillos.Como en anteriores partidos en El Molinón, en especial contra el Levante, el Sporting volvía a afrontar como un problema insoluble la superioridad combinativa del rival. La movilidad de Las Palmas y el buen manejo del balón de sus centrocampistas no encontraban respuesta en el Sporting, que perseguía el balón como a un fantasma y en las raras ocasiones en que conseguía hacerse con él lo perdía de inmediato, al ceder a la tentación de un juego directo que no implicaba otra cosa que devolver el balón, y con él, la iniciativa al rival. En esa fase del partido al Sporting le salvó del desastre el acierto de su defensa, incluído el muy notable emergente Meré, y la falta de pegada de la Unión Deportiva, que juega sin un hombre de área específico. Todo cambió, sin embargo, con la expulsión de Aythami. Las Palmas se desorientó casi en mayor medida que se creció el Sporting. En el hasta entonces desierto centro del campo gijonés emergió un decidido y lúcido Nacho Cases. El balón empezó a gravitar sobre el área canaria. Y la eficacia demoledora del dúo Jony-Sanabria hizo el resto. En poco más de un cuarto de hora el Sporting convirtió una posible derrota en una victoria holgada, que pudo ampliarse hasta la goleada si el cañonazo con el que Halilovic culminó una gran jugada de Carlos Castro hubiera encontrado portería en vez de escapar por encima del larguero.

TRES VECES SANABRIA

Sanabria, que había marcado un gol dieciocho minutos antes, se desesperó ostensiblemente cuando en el minuto 35, Halilovic, al que una gran doble jugada de Jony -primero un soberbio robo de balón y luego un pase preciso- había abierto un enorme pasillo por la banda derecha, optó por culminar la jugada en vez de ver su desmarque por el centro. El paraguayo no levantó los brazos, pero se le vio rumiar su enfado junto al poste derecho de la portería de Varas. Tendría la ocasión de desquitarse sobradamente en la fase final de un partido que confirmó al fin en El Molinón su reputación de goleador. Ayer lo fue por partida triple y de forma convincente. Aparte de luchar en el juego aéreo, cuando el Sporting llevó el balón al área él siempre estuvo allí. Y tuvo fuerza, decisión e instinto para intervenir. Su primer gol fue el de un oportunista, al aprovechar el rechace del portero. El segundo, de gran rematador, al lanzarse valientemente a cabecear el centro de Jony. Y el tercero, de delantero con recursos, para atacar con la eficacia necesaria un centro raso y fuerte. Abelardo le sustituyó poco después, sin duda para que recibiera el reconocimiento del público, que no pudo ser más caluroso. El de ayer fue sin duda un día muy especial para Sanabria. No menos bueno para su equipo si se confirma que es el goleador que esperaba.

EL PERDÓN DE NDI

También fue ovacionado Ndi al ser sustituido. El veredicto de la afición rojiblanca ante el regreso del hijo pródigo era uno de los alicientes del partido. Hubo división de opiniones cuando su nombre fue anunciado por la megafonía en los prolegómenos del partidp. Y su primera intervención encontró un eco de silbidos y aplausos. Pero en cuanto se vio que peleaba por cada balón, que metía el pie con decisión y que abría huecos decisivos, como en la jugada del primer gol, o provocaba faltas importantes (que iban a tener su trascendencia, como la primera tarjeta de Aythami), la afición en bloque optó por echar pelillos a la mar y congratularse por el regreso de un jugador que puede aportar algo, o mucho.

MERÉ, COMO UN VETERANO

Jorge Meré también hubiera recibido una ovación en el caso de una despedida prematura. Reaparecía como titular en El Molinón y lo hizo con la solvencia del mejor veterano. Estuvo impecable en defensa, tanto por arriba como en los balones rasos, con algún corte espléndido. Y, lo más importante, dio siempre sensación de claridad de ideas y decisión. Acertó en ataque, con pases largos bien dirigidos. Y, por si fuera poco, estuvo a punto de marcar un gol, en el minuto 6, en un corner pasado, que devolvió Bernardo desde el segundo palo para que él cabeceara en un salto poderoso. El larguero frustró el gol. Quedó claro, de todos modos, que el joven Meré es un digno candidato a inscribirse en la tradición sportinguista de producir buenos defensas centrales.

INNOVACIONES SETIÉN

Los aficionados jóvenes quizá ignoren que antes los equipos no calentaban en el terreno de juego antes de los partidos. Fue toda una innovación que, no hace tanto todavía, comenzaran a hacerlo. Pero hasta ahora lo usual es que lo hagan sólo antes del partido. Las Palmas, que ahora entrena Quique Setién, mostró ayer una innovación. Sus jugadores no consumieron en los vestuarios todo el tiempo del descanso sino que salieron a los pocos minutos para hacer, a las órdenes del preparador físico, un breve calentamiento con balón.

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