El espectáculo fue pobre. Dos filiales que anuncian el futuro de dos clubes históricos, ofrecieron apenas unas migajas de fútbol. El Sporting, que no supo jugar para ganar, acabó cayendo ante un Valladolid que se encontró la victoria cuando era evidente que daba por bueno un empate a domicilio. La derrota es dura para los guajes, que caen a la plaza de promoción de descenso por primera vez en el curso. Pero lo más preocupante es el mensaje que se lance. También desde el banquillo.

La coartada para Tomás son las ausencias de futbolistas más que importantes en el equipo. Mario Arques y Pedro Díaz son dos bajas fundamentales en el centro del campo, que atacan directamente a la esencia del equipo. El ataque se queda en los huesos sin Pablo Fernández y con Mendi renqueante y en defensa faltaron Julio y Cifre, aunque aquí sí había alternativas. Tomás se encontró ante un problema y lo resolvió mal.

Los entrenadores toman algunas decisiones difíciles de entender. Se aferran a un dibujo táctico y desprecian a la lógica. Si sólo dispones de un centrocampista de tu confianza y tienen cuatro buenos mediapuntas, lo normal es que jueguen con un centrocampista y cuatro mediapuntas. Tomás eligió mantener el sistema y adelantar a Alberto. En la rueda de prensa posterior al choque, aseguró que había ensayado toda la semana mejorar la circulación de balón. El central no pudo ayudar en esa faceta.

El partido fue un bodrio abocado al empate a cero, hasta que el Sporting se descompuso. Primero, con otra decisión desde el banquillo. La retirada de Dreyer, por mal partido que estuviera haciendo y mucha amarilla que hubiera visto, dejó al equipo con un centro del campo formado por Chus y Alberto. Demasiado poco para frenar incluso, a un equipo tan romo como fue el pucelano. Borja Jiménez, por contra, dio entrada a Mayoral y reubicó a José y Renzo. Un equipo creció, mientras el otro se hizo añicos.

La mejor ocasión del Sporting, que dominó el primer tiempo y cumplió durante una hora, fue un lanzamiento de falta que Dreyer estampó en la escuadra. Hubo algunas llegadas más, pero Julio vivió una mañana agradable en la portería visitante. El empate pareció seguro, hasta un error en cadena del filial, que permitió a José batir a Dennis. El filial rojiblanco tuvo nula capacidad de reacción. El Valladolid, feliz con su gol, marcó otro de forma involuntaria en una falta que buscaba rematador y encontró la red.