La sensación después de dos partidos es que al Sporting se le fue la eliminatoria por el sumidero en que se ha convertido su defensa. No queda rastro de aquel equipo sólido, que levantaba muros infranqueables, incluso para las estrellas más brillantes del firmamento. El Betis le hizo cinco goles en dos partidos, con mucha más facilidad de lo aconsejable. Los goles del Betis fueron, además, inoportunos. El de Vargas, en el tiempo añadido de la ida, empinó la eliminatoria con una diferencia que no hubo sobre el césped. Los dos que ayer firmó el holandés impronunciable, Van Wolfswinkel, llegaron en los peores momentos, a cortarle al Sporting el ritmo de remontada.

El Sporting perdió atrás, lo que costaba un mundo ganar arriba. En ataque sí que siguieron al detalle el guión de las remontadas, pero el Sporting necesita llegar mucho, para llegar bien. Carece de la pegada de sus rivales y tiene que ganar la pelea haciéndoles cosquillas. Tan sólo Halilovic, al que Abelardo le dio campo durante el segundo tiempo, tiene puño de hierro.

La primera decepción llegó con la alineación. Abelardo había lanzado el mensaje de que la remontada era posible y anunció que salpicaría el equipo de titulares. No fue así. El Sporting formó de nuevo con una alineación llena de reservistas. Del equipo de gala, jugaron los dos centrales (sancionados para Éibar), un mediocentro y un lateral izquierdo (ambos por exigencias del guión). Es decir, que sacó el mayor número de suplentes posible.

Y aún así, el Sporting marcó pronto. Capítulo primero del libro de las grandes remontadas. El gol de Bernardo, poderoso en el testarazo, con los dos pies bien afianzados en el suelo, levantó al campo, que comenzó a creer.

Fue una ilusión pasajera, fruto de esa euforia que siempre genera una copa bien servida. Apenas unos minutos después, el Sporting encadenó una serie de errores defensivos. Van der Vaart recibió solo en su posición preferida y, con tiempo para pensar, filtró un pase al espacio que buscó la espalda de Guitián. Bernardo se quedó atrás cuando sus compañeros tiraron el fuera de juego y no llegó al cruce. Van Wolfswinkel resolvió con un tiro que, sin ser gran cosa, se coló bajo el cuerpo de Alberto. No fue una buena noche para el portero catalán, al que los hados parecen haber dado la espalda.

El gol del Betis detuvo el tiempo. O más bien el espacio, porque el reloj corría lento y el partido se hacía largo. Tan sólo algunos de los guajes se rebelaron contra la inercia, conscientes de que en estos minutos que tenían por delante había en juego mucho más que una eliminatoria. Todo el vestuario conoce la noticia de que Juan Muñiz y Hugo Fraile deben dejar el club. Esto es, amigos, el fútbol profesional. Pablo Pérez, Guerrero y los dos Álex ofrecieron sus mejores minutos, pero se llegó al descanso con un gris empate.