En un día de perros, al Sporting le dieron un bocado a traición. En una semana dura para el sportinguismo, en la que supo que su club estuvo en manos de un fondo de inversión, la derrota ante el Espanyol completó la decepción total. Al Sporting le fallaron sus cimientos. La defensa siempre ha sido el pilar que ha sostenido al conjunto desde que Abelardo ocupa el banquillo. Ayer, con una meritoria producción ofensiva, el equipo naufragó por atrás. Una mala tarde le ha costado al Sporting una derrota ante un rival directo, con el que pierde incluso el golaverage particular y, para echar un poco más de sal en la herida, los rojiblancos caen a puestos de descenso al empeorar su diferencia general de goles.

La balanza la inclinó la veteranía. El Espanyol manejó los tiempos y el ritmo del partido, aceleró en los momentos clave y gestionó su ventaja con la experiencia del que lo ha hecho mil veces. Cuando los periquitos se vieron por delante, ya se intuía que sería muy difícil bajarles de la nube. El Sporting fue, ayer más que nunca, un equipo inocente, que se dejó empatar al filo del descanso y se vio por detrás con un gol a la vuelta de vestuarios.

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La derrota es de esas que hay que dejar posar y analizar con cierta perspectiva, porque puede tener consecuencias importantes. La primera es que el Sporting viaja a Granada obligado a sacar un resultado positivo que le permita asomar la cabeza de nuevo. Habrá que ver también el impacto sobre algunos futbolistas, que estuvieron lejos de su nivel.

Abelardo sorprendió de entrada con una alineación ambiciosa, en la que entraron los dos máximos goleadores del equipo. El sacrificado fue un Halilovic que pierde peso en la lista de preferencias del técnico. El Pitu intuyó que Castrín podría sacar petróleo de las pelotas que Sanabria iba bajando a tierra. El de Ujo ha marcado cuatro goles en diez días.

Los rojiblancos siguieron al detalle el guión de las tardes épicas, presionaron al rival y lograron adelantarse empujados por una grada entregada al equipo, pero que cobró al palco algunas facturas atrasadas. Incluso con todo a favor, tras el primer gol de Carlos Castro, malos augurios sobrevolaban el área del Sporting y los agoreros firmaban empates por anticipado. Fue un mal día para la defensa, que tantos puntos le ha dado al equipo, pero que ayer se hundió en bloque. La sensación es que el Espanyol marcó cuatro goles con muy poca producción ofensiva y que al Sporting se le fue la vida en remates al palo y al cuerpo de Pau, que vivió una noche de grandeza.

El Sporting perdió ayer el paso de su inercia positiva, pero lo peor no es la derrota, con ser muy dolorosa. El equipo deja algunos síntomas preocupantes, como la falta de solvencia defensiva o el mal tono de algunos jugadores. No ayudó Velasco Carballo, que mostró una roja y cinco amarillas, al equipo más inocente de la Liga.

El Spanyol marcó dos goles en momentos clave

El Sporting salió intenso, conocedor de las dificultades de su rival a domicilio. Carlos Castro tuvo, con empate a cero, una de las ocasiones más claras del partido. El cazagoles de Ujo obvió la posición nítida de Sanabria y Carmona para haber marcado, estiró la jugada en un exceso de individualismo y estrelló el balón en el cuerpo de Pau ante la desesperación de sus compañeros.

Castro se resarciría en la siguiente jugada, en la que mostró su olfato para embocar con la derecha un mal despeje de Pau. El partido estaba encarrilado, el Sporting corría y parecía dispuesto a doblar la ventaja.

El Espanyol atacaba de afuera hacia dentro, con un plan sencillo: acumular jugadores por dentro y confiar en el talento de Burgui y Asensio. El plan de Galca salió perfecto cuando Burgui se hizo con el balón tras un mal despeje de Luis Hernández, flotó en horizontal y regateó a toda la defensa amagando el tiro, antes de superar a Cuéllar. Fue el típico gol psicológico, cuyo efecto se multiplicó a la vuelta del descanso. Una pérdida de Jony y otra de Isma López, permitieron al Espanyol ponerse por delante con una cómoda ventaja.

Al Sporting ya sólo le quedaba buscar la tremenda y apunto estuvo de levantar el partido. Carlos Castro acortó distancias tras una buena jugada de Jony y Sanabria tuvo dos buenas ocasiones para empatar, la primera la sacó Pau con la cara. La segunda la repelió el larguero, que también devolvió un remate de Rachid. A esas alturas ya se veía que el día no estaba para nada. Al Sporting se le acababa la mecha. Con todo en contra, Abelardo apeló al fútbol y puso sobre el césped a Halilovic y Nacho Cases, dos futbolistas poco dotados para la épica. El Sporting se desfondó y Marco Asensio cerró el marcador con una gran acción individual y, de nuevo, la complacencia defensiva del Sporting.

Abelardo tiene cuatro días para levantar a su equipo antes de un visitar al Granada en un partido que ha ganado importancia. Si el Sporting gana, el paso atrás ante el Espanyol quedará en una anécdota de un día de tormenta.

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