En un fútbol que muchas veces emite mensajes poco limpios, historias como la de Javier Santos, Trulli para todo el mundo, y Jorge Geajovky reconcilian con el deporte en estado puro. Para los que se han perdido los capítulos anteriores, Jorge Geajovky es un joven sierense de 15 años que sufre parálisis cerebral y que vive con devoción el fútbol y el Barcelona. Cuando intentó adquirir una entrada para el encuentro ante el conjunto azulgrana, se encontró con la frustración de la escasa capacidad de la zona habilitada para minusválidos en el campo rojiblanco. La ilusión del chaval se hizo añicos y sus padres se plantearon incluso comprar una entrada para un asiento ordinario y llevarlo en cuello hasta él.

La historia trascendió gracias a LA NUEVA ESPAÑA. Aquí es donde Trulli entra en escena. Javier Santos es un conocido aficionado rojiblanco, abonado antiguo, quien anima al Sporting desde su silla de ruedas. Trulli se solidarizó inmediatamente con Jorge Geajovky, localizó a la familia, se puso en contacto con ellos y les ofreció su sitio en la zona para minusválidos. Jorge vio a sus ídolos en primer plano.

La historia parecía completa, pero el agradecimiento es un importante motor. "En el momento en que Trulli le cedió su asiento a Jorge, tenía claro que no me iba a quedar con las manos vacías", confiesa María de las Nieves, la madre agradecida. Ella había pensado en regalarle un reloj como recuerdo por su gesto, pero Jorge se implicó a fondo y quiso que fuera algo más futbolístico. Él mismo escogió el trofeo en una joyería y él mismo decidió la frase a grabar en la placa: "A Trulli, por hacer de mi sueño una realidad. Jorge, 17-2-2016". El trofeo tuvo que serle entregado al hermano de Trulli, pero este escribió un mensaje de agradecimiento a la familia.

El gesto altruista de este aficionado rojiblanco ha tenido una bonita recompensa que le quedará como recuerdo. Las buenas acciones tienen premio. Un bonito mensaje un fútbol, a veces, demasiado mercantilista.