"Sí se puede, sí se puede". El clamor con el que El Molinón despidió a los jugadores del Sporting tras la victoria ante el Atlético reflejó el poder de la grada para levantar cualquier situación adversa. El sportinguismo tuvo una participación determinante para doblegar al segundo de la Liga, el mejor visitante y el equipo menos goleado de la categoría. Intimidó a Gil Manzano desde que el colegiado señaló una discutida falta que terminó en gol de Griezmann, espoleó a los guajes para hacerles creer que pueden más veinte mil gargantas que los 17 tantos que lleva el delantero francés e hizo confiar a Castro en que siempre existe una segunda oportunidad.

"No había visto nunca a El Molinón así, o al menos, muy pocas veces", reconoció Abelardo al término del encuentro. "La gente les ayudó", comentó Simeone. Todos están de acuerdo del efecto del municipal gijonés, que colgó ayer, por tercera vez esta campaña, el cartel de no hay billetes, reuniendo a 24.860 espectadores, según datos oficiales. Y es que hasta la afición visitante se sumó, por momentos, al apoyo a los guajes. Los 1.200 aficionados desplazados por el Atlético cantaron "Sporting es de Primera" y "Asturias es rojiblanca" durante una fase de la primera parte. Guiños respondidos con aplausos por el resto del campo, que en esta ocasión no se mostró tan intenso en las críticas al palco, reservadas para el minuto 5 de cada partido. Algunos, prefirieron esperar a la salida de la directiva del campo, al término del partido. El Molinón también tuvo memoria. Guardó un minuto de silencio por Pin, exjugador rojiblanco entre los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, y también por Hugo Suárez, joven futbolista del Llaranes fallecido recientemente. La peña Ultra Boys desplegó incluso una pancarta en su recuerdo. Este sector también mandó ánimos al Frente Onuba, seguidores del Recreativo de Huelva, club que atraviesa una delicada situación. Unos y otros mostraron que, en la vida, siempre hay que creer en la remontada.