Antes de rasgarse las vestiduras, respiren hondo. Que la decepción por la derrota no nuble el análisis. El Sporting perdió ayer otro tren hacia la permanencia, con su derrota ante un gran Celta que avanza raudo hacia Europa y deja a los rojiblancos en el andén perdido. Esto no admite debate. Tampoco que la situación es cada vez más delicada, a medida que faltan menos jornadas y el equipo sigue sumido en los puestos de descenso. Cedió el Sporting en sus aspiraciones ante un conjunto celeste con hechuras de equipo bueno. Impresiona el cuarteto de vanguardia, pero hay mucho más detrás. El centrocampista danés Daniel Wass es uno de esos jugadores que carga con un equipo a su espalda. Es quien pasa la escoba después de la fiesta.

El Sporting necesitaba una gesta al estilo de la conseguida ante el Atlético de Madrid, pero el conjunto de Berizzo no hizo ni una concesión después de que Nolito les pusiera en ventaja. Antes, los rojiblancos sí tuvieron sus opciones. El dominio, la pelota, fue mayoritariamente celeste, salvo en el tramo inicial del segundo tiempo, en el que los rojiblancos apretaron espoleados por la grada. Sin embargo, las ocasiones anduvieron parejas. Al menos las más claras. Nolito no embocó en el primer tiempo tras una dejada de Guidetti y Sanabria no pudo precisar un testarazo franco al filo del descanso.

Abelardo tiene que replantear sus cálculos. Seguramente, ya no le sirva con sumar sólo lo de casa. Las salidas a Las Palmas y Getafe marcarán el destino de los rojiblancos. El Sporting perdió ayer el tren de la mañana. La permanencia sigue siendo el final de trayecto.

No son tiempos de buscar sorpresas. Abelardo repitió el mismo equipo que había empatado en el Ciudad de Valencia, con la novedad obligada de Jorge Meré por Lora. El cambio lo escenificó Vranjes, que pasó del eje de la defensa al lateral derecho, donde controló aceptablemente las acometidas de Nolito. La tónica del encuentro quedó fijada en los primeros minutos. El Celta se adueñó del balón y el Sporting aguantó el tirón, mientras intentaba salir a la contra. Los vigueses tuvieron muchas llegadas, pero pocas ocasiones diáfanas. No fue un partido de porteros, aunque Cuéllar sí que intervino más que su compañero.

Abelardo sacrificó la banda derecha, con Carmona centrado en ayudar a Vranjes y el Sporting voló por la izquierda. Dos incursiones de Jony, antes de su desaparición en el segundo tiempo y de que Isma López lo relevase, trajeron las mejores llegadas de los rojiblancos. Pablo Pérez sigue negado y Sanabria no precisó esta vez un cabezazo en el que dio la impresión de que el paraguayo pudo hacer más. Fue justo antes del descanso.

El equipo volvió lanzado de la caseta. Y el público se enganchó subiendo los decibelios a su cota más alta después de una de tantas galopadas de Isma López a cuyo centro no pudo hacer justicia Carmona. En pleno entusiasmo, Luis Hernández recuperó la catapulta y los saques de banda pasaron a ser el principal argumento ofensivo.

El partido se decidió en los cambios. Castro entró por Carmona y Nolito le hizo el lío a Pablo Pérez, mientras el gijonés trataba de reubicarse en la derecha.

La jugada le salió redonda a Berizzo, que acababa de lanzar un mensaje conservador, sustituyendo a Iago Aspas por el Tucu Hernández. A la jugada siguiente, cuando parecía dar por bueno el empate, se le puso el marcador de cara y el Celta se replegó ya sin demasiados miramientos. Salvo un tiro cruzado de Radoja, el gol fue su último remate. El Sporting no dio nunca señales de ser capaz de levantarse. Un intento de Halilovic, una buena acción de Sanabria que Ndi no supo interpretar y una espuela de Isma López en el último saque de banda de Luis Hernández fueron todos los argumentos. El Sporting tuvo sus opciones ante un Celta mejor. No alcanzó y ahora hay que romper el maleficio canario.