Se apura a diferenciar dos Sporting a la hora de valorar la era Fernández en el club rojiblanco. El que arrancó con la entrada en el accionariado de su padre, José, en 1994, y el que comenzó a liderar él, Javier, integrándose como consejero en diciembre de 2012. A partir de ahí, el ahora vicepresidente y dueño (el propio José Fernández ha dejado claro que es su hijo el que gestiona y dirige la propiedad del club) ha intentado reconducir una situación sacudida por deudas constantes, un concurso de acreedores y un incierto camino deportivo que llegó a dejar en el aire la supervivencia de la entidad. Reordenar la deuda, contar con un plan económico factible son sus nuevos argumentos, ayudado de un doble milagro, el del ascenso y la permanencia en Primera. Todo ello ha permitido a Javier Fernández aspirar a recuperar la credibilidad del sportinguismo, una de sus grandes reválidas.

La verdadera diferencia en la forma de gestión que aportó la entrada de Javier Fernández en el club llegó con la salida de Alfredo García Amado. Una marcha que se produjo casi dos años después de que el máximo accionista pasara a integrar el consejo de administración, y que hizo que fuera él mismo asumiera la supervisión de unas cuentas bajo mínimos. Las mismas que desembocaron en el segundo año de sanción sin fichar por no afrontar pagos a tiempo, y cuya responsabilidad no elude y ha hecho pedir disculpas a Javier Fernández. "Debíamos tres millones de euros en nóminas, y esa era mi prioridad, no los 500.000 euros de los que dependían una nueva sanción. No poder pagar nóminas es algo que nunca me había sucedido en ninguna de mis empresas, es de lo más desagradable que me ha pasado en el Sporting", afirma el vicepresidente del club. Hubo otro episodio, el vivido poco antes, en su domicilio. "Las cruces pintadas frente a mi casa, que los niños salen al colegio y se lo encuentran, también fue muy desagradable", recuerda.

Las críticas hacia la familia Fernández han sido una constante y sólo se mitigaron, levemente, por la citada marcha de Alfredo García Amado. La misma que demandaba, desde hacía tiempo, uno de los sectores más críticos con la gestión, como la asociación Tu fe nunca decaiga. Un grupo que ahora ya forma parte del programa de reuniones periódicas que realiza el club con representantes de la afición, como Unipes o Federación de Peñas. "La entrada de Fernando Losada nos va a ayudar a la hora de comunicar mejor lo que estamos haciendo. Nos aportará mucho", asegura Fernández, que considera que es la falta de información, o el desconocimiento, lo que ha llevado a no acabar de convencer al sportinguismo. "Hace algo más de un año, un trabajador del club, me decía, llorando: 'Esto se acaba'. Le contesté que era al revés, que esto acababa, pero de empezar. Cuando le miro ahora, me dice, ya entre risas: '¡Qué razón tenías!'. En la vida tiene que haber esfuerzo y trabajo, y eso, ahora, en Mareo, se vive", pone como ejemplo Javier Fernández.