"Lo tenía decidido, pero me ha costado dar el paso". Antonio Veiga reconoce que no ha sido sencillo salir de un club al que afirma llevar ligado sentimentalmente toda la vida, y con el que ha tenido contacto a nivel de gestión durante casi veinte años. "El pasado fin de semana acabé de tomar la decisión", detalla. "Mi familia me animó a dar el paso y creo que es lo mejor", añade. Y es que considera que el hecho de que el equipo conseguiera la permanencia y, con ella, cierta estabilidad financiera, ha allanado el camino a la hora de definir su futuro. "El club está en Primera y lo económico, encarrilado. Me voy en el mejor momento", subraya.

El vínculo de Antonio Veiga y el Sporting, más allá de lo sentimental, se inició cuando formó parte del accionariado del club durante su conversión en Sociedad Anónima Deportiva. Un primer contacto que derivó en que llegara a formar parte del consejo de administración dirigido por Angel García Flórez, en la campaña 1997-98, que no completó al dimitir junto a Juan Fernández-Nespral del puesto de consejero. No estaría mucho tiempo fuera del club. En 1999, regresó como uno de los hombres de confianza de José Fernández para tomar parte en la directiva de Juan Arango.

El poder de Antonio Veiga en el club creció en 2002, con el regreso a la entidad de Manuel Vega-Arango, con el que ejerció de mano derecha desarrollando el puesto de vicepresidente. Fueron años en los que su nombre saltó a escena por su importante participación en la negociación con Gesai, filial del Grupo Bruesa, en torno a 2004, casi de forma simultánea al concurso de acreedores del club. El grupo inmobiliario adquirió la opción de recompra que el Sporting había negociado con el Ayuntamiento en la venta de Mareo a cambio de 1,8 millones de euros. Posteriormente, Gesai aportó un préstamo por valor 1,4 millones de euros que ayudó al club a afrontar el pago de las fichas de los futbolistas.

Encargado de supervisar las cuentas, siempre se mostró como un hombre leal a la familia Fernández, que mostró su confianza manteniéndole en el club a pesar de que se atravesaba una de las peores etapas, a nivel deportivo y económico, de la trayectoria del conjunto rojiblanco. Fue entonces cuando comenzó a acusar un desgaste público que ha ido arrastrando y le ha dejado señalado para parte de la afición rojiblanca. Liberado de ciertas responsabilidad desde la entrada de Javier Fernández, en 2012, un año después fue él quien le señaló como el mejor sucesor para Manuel Vega-Arango.

Veiga, de 63 años y al que la salud le ha dado algún susto en los últimos tiempos, trasladó a Javier Fernández que ejercer como presidente sería ya su última aportación a la causa. Y su aportación dura hasta hoy, junto a su carta de dimisión. Cansado del día a día y exponerse públicamente, considera que "ha llegado el momento de ir a El Molinón a disfrutar sólo del fútbol".