La pretemporada del Sporting se ha confirmado como la exposición idónea de los próximos talentos de Mareo, así como la perfecta invitación para seguir durante esta temporada que está a punto de empezar a las categorías inferiores del club porque hay mucha magia en los campos de la Escuela de Fútbol de Mareo.

Poseen una humildad que merece ser aplaudida, guardan en sus botas la posibilidad de hacer con el balón lo que sueñan, tienen la edad óptima para seguir corrigiendo errores y creciendo la mismo tiempo y cuentan con el respaldo de unos jugadores de Primera. Sin lugar a dudas, tanto Nacho Méndez como Joel Sanabria están en ese momento dulce que supone ver cómo su carrera se va dirigiendo, paso a paso, hacia la meta elegida: la élite del fútbol.

El pasado sábado en el IV Memorial "Manolo Preciado" no desentonaron, más bien al contrario, entre los jugadores del primer equipo, menos aun contra sus rivales, que, especialmente en el caso de Joel, sufrieron la frustración del rival en forma de faltas. Pero como si de Lázaro se tratase, se levantaban, andadan y creaban fútbol: Nacho Méndez, custodiando el centro del campo al más puro estilo de Sergio Álvarez, mientras que Joel lo hacía a la altura del área rival, personificando el peligro en contra del Racing y la oportunidad de gol para el Sporting. Dos 'guajes' en un mundo de hombres, pero un mundo que está hecho para ellos y que les acogerá no tardando demasiado.

Nacho describió la experiencia como "un sueño hecho realidad", mientras que Joel dejó lo onírico a un lado para elegir lo religioso: "agradezco a Dios por esta bonita experiencia". Sin embargo, ante la posibilidad de convertirse en otro "Sporting de Los Guajes" ambos coinciden: "No nos toca, tenemos que seguir creciendo porque estamos en edad juvenil y es lo que nos corresponde", declararon ambos. Eso sí, aunque confesaron que "aun desconocemos si jugaremos en el División de Honor o en el filial", se mostraron dispuestos y ante todo preparados para la Tercera División, pese a ser "una categoría nueva".

Probablemente si se les preguntara qué es lo mejor de haber podido debutar con el equipo que defienden, ambos dirían que haber disfrutado de la posibilidad de vivir este momento con un compañero con el que comparten vestuario desde hace meses, ya que es lo que ambos revelan con mayor ilusión. Además, Joel puntualizó que "estoy encantado de haber vivido esto con él porque ya jugué con Nacho la temporada pasada y además me parece muy buen jugador". La complicidad que muestran entre ellos sobre el terreno de juego la aplican también fuera del mismo, pues tanto uno como otro describieron la oportunidad de haber vivido juntos ese momento de la misma manera: "Encantados".

Nacho Méndez, pese a haber tenido que desempeñar en los partidos que ha jugado con el primer equipo el papel del mediocentro defensivo, confesó que "desde siempre me ha gustado Nacho Cases, me fijo mucho en él". Todo queda en Mareo, y esto queda totalmente reflejado sobre el césped, porque cuando Nacho Méndez suelta el balón parece que en lugar de botas, llevase guantes en los pies.

Por su parte, Joel Sanabria, que es la electricidad personificada y el desequilibrio constante, se fija en Carlos Castro, pues confirmó que "me gusta mucho". Se demuestra de nuevo que el aprendiz tiene cierta similitud con el maestro. Y es que la calidad de Joel a la hora de bajar el balón y protegerlo es digna de admirar, además de los desmarques tan "made in Ujo" e incluso "made in Tuilla".

El club rojiblanco aun tiene varios entrenamientos en forma de partidos por disputar: el próximo miércoles ante el Lugo; el sábado se enfrenta al Nancy francés y el 13 de agosto, el Villa de Gijón contra el Deportivo de la Coruña. Tanto Nacho como Joel, como el resto de canteranos, aun tienen cuerda para rato y oportunidades de demostrarlo, está en manos de Abelardo Fernández que estos jugadores sigan aprendiendo de los mayores y deleitando a la afición.

El Sporting tiene en Mareo una fábrica de buenos futbolistas. Nacho Méndez y Joel Sanabria son sólo dos ejemplos, pero la lista es larga y ante todo prometedora.

Es evidente que la fórmula cocinada a fuego muy rápido en Mareo no funcionó nada mal en las dos últimas temporadas porque, además de hazañas, gestas y milagros, también había mucho talento, sacrificio, entrega y pasión por los colores en esos jugadores de un club cuya continuidad dependía de las botas de esos "guajes" con alma de veteranos.