Si Pelayo hubiera sido futbolista probablemente sería parecido a Isma López (Navarra, 1990). Le costó paciencia, sudor y lágrimas hacerse con el cartel de pieza imprescindible en el equipo de Abelardo, pero dos temporadas después, y a punto de que se inicie la tercera, el pamplonica se ha ganado a golpe de balón esa condición.

Ismael López Blanco. Resulta casi imposible no decir su nombre del tirón. 'Isma', para todos. Es capitán con o sin brazalete, porque al final ese detalle sólo confirma algo que el carácter debe expresar. Desde la zaga custodia a sus diez jinetes restantes. Y sí es necesario el uso del posesivo, porque hace varias temporadas que, este extremo reconvertido en lateral, hizo del Sporting algo suyo. Merecidamente para la mayoría de la afición. La nostalgia del recuerdo de que nunca pisó el banquillo en las categorías inferiores, el orgullo propio de saber que posee un don hacia el fútbol y, sobre todo, el trabajo diario independientemente de la decisión del entrenador, llevaron a que pasara de "descarte" a "imprescindible". Él da sentido a ese prefijo. Y sí, él es la excepción de una regla: no hay nadie imprescindible. Quizá este peculiar don, buena costumbre o suerte en el reparto de azar es porque él es fiel a sus ideas: nunca dejas de aprender, ni en el fútbol ni en la vida.

Y es este hábito, idea y convencimiento lo que le lleva a ser la voz del Sporting de Gijón sobre el terreno de juego? y fuera de él.

No concibe como héroes a los que salen en la televisión, sí a sus padres, que le han dado todo desde pequeño. Su padre, el que le acompañaba cada tarde a entrenar, a la plaza o al frontón a jugar. Y su madre, la que le recordaba la importancia de no olvidarse de los libros, por si el plan 'a', que era el fútbol, se torcía. Lejos de ser como muchas 'estrellas' del deporte rey, Isma no sólo vive del fútbol, también por y para él: es lo único que ve en la televisión y se empapa a través del papel también de la magia del balón.

Reconoce que, una vez que creció, empezó a molestarle en cierta forma que en España, además del equipo de la ciudad, hubiera que elegir entre Real Madrid y Fútbol Club Barcelona. Él lo reconoce, sin problema, que siempre fue más de lo azulgrana que de lo blanco, hasta que decidió teñir su corazón de rojo en su totalidad. Osasuna fue el culpable. Sin embargo, los mejores futbolistas que su retina guarda con especial recuerdo son Rivaldo y Ronaldinho, además de Messi. Eso sí, llamó a su perro Deco, porque consideraba que si llevaba por nombre Rivaldo la confusión sería excesivamente divertida.

Además de su madre, él mismo gozó de la suficiente madurez para darse cuenta a su debido momento de que estudiar era lo más adecuado para cuando decidiera colgar las botas, pero también para utilizarlo como enseñanza para los más pequeños, porque, al final guste más o menos, un futbolista es un espejo en el que se miran muchos niños. Y si ese espejo se cuida y predica con el buen ejemplo, estará entreteniendo con su maestría con el balón y educando al mismo tiempo. Por ello Isma siguió estudiando. Magisterio, precisamente.

Pero no hace uso del cinismo y reconoce que una vez retirado le gustaría seguir ligado al fútbol, así que, sumó más libros y, junto a la carrera, que la termina este año, ya tiene todos los cursos necesarios para poder ejercer como entrenador. Pero pasa como con el brazalete de capitán, esos papeles sólo lo acreditan algo que ya se ve, se palpa y se sabe: Isma es entrenador sin ni siquiera haber dejado el fútbol en activo. Sus retos son a corto plazo, siempre asequibles: mejorar y hacer feliz a la afición con ese crecimiento. Y desde luego que desde que Isma López sonríe al Sporting y viceversa, la Mareona es mucho más feliz.

Hay sportinguistas que nacen, como Nacho Cases, y otros que se contagian de esta locura, como Isma López. Es el perfecto embajador de su amada Pamplona, la tierra que le vio nacer y crecer. Predicó el fútbol en Bilbao, Zaragoza, Lugo... Y sigue haciéndolo en Gijón, aunque precisamente fue en terreno pamplonica donde empezó todo. Probó todos los deportes, especialmente los típicos de su tierra, pero el corazón le llevó latido a latido hacia el balón. Hoy es futbolista profesional. Él es de Primera, jugando al fútbol y humanamente.

Porque, como bien señala su compañero Nacho Cases con asiduidad, que un futbolista sea buena persona es casi más importante que la calidad que tenga con el esférico en sus botas. Cuando casi nadie habla mal de uno, como pasó con Preciado, es que algo estás haciendo bien. Y allá por donde pasó Isma dejó huella deportiva y extradeportiva.

Isma sí señala el camino: el de utilizar la rabia del "no cuento contigo" para alzarse al once inicial de manera permanente. Predica con el ejemplo. Y nunca deja de aprender. Pero actúa sin estridencias, discretamente. Quizás hagan falta más focos hacia su persona.

Para que el sportinguismo saque la sidra y brinde, Isma ya descorchó la botella para dar el chupinazo de salida la temporada. Su objetivo, que toda una afición escancie las ilusiones y las paladee durante los próximos meses.

El domingo empezará la Liga ante un equipo que el navarro conoce a la perfección, pues vistió sus colores durante seis años en diferentes categorías de su cantera. Mamó mucho de Lezama.

Los leones del Athletic visitan El Molinón, pero el navarro, "un toro" vestido de rojiblanco, está preparado para embestir a cualquiera que ose acercarse a la "barrera" de Cuéllar.