La primera impresión es buena. El nuevo Sporting entra por el ojo al primer golpe de vista, aunque se le ponga enfrente un león de los fieros. El equipo compite (incluso contra el Athletic) y eso siempre ha sido lo importante para Abelardo, que no quiere sorpresas. Y si encima gana, no hay más que hablar. El Molinón ya se ilusiona con el nuevo proyecto después de ver en acción a sus protagonistas. Es curiosa la nueva arquitectura de este equipo, fuerte en las dos áreas y frágil en el centro. Sin perder de vista el potencial del rival. Abelardo se saca la espina y el Sporting empieza con buen pie. Sobró, eso sí, la excentricidad del penalti, consentida por el técnico. Tiene que haber un escalafón de lanzadores. Lo hizo Isma, flojo y centrado, y en vez de matar el partido, el Sporting terminó encerrado y pidiendo la hora. Son pequeños detalles que conviene pulir.

La sensación que deja el Sporting es la de un equipo más maduro, como más curtido, que conoce sus armas y las utiliza con precisión quirúrgica.

El peso del partido lo llevó el Athletic, sólo faltaba, pero el Sporting se mantuvo en pie con dignidad y oficio, sin rehuir ninguna de las embestidas bilbaínas. El Sporting aceptó todas las batallas, incluso las aéreas y se manejó con garbo en todas las suertes. Amorebieta se agigantó para tocar todos los balones que sobrevolaron su espacio y mantuvo una doble batalla de la que salió ileso, con una mano frenó a Adúriz y con la otra a Raúl García.

En la otra portería, Cop se ha ganado un respeto y ha despejado las dudas sobre su capacidad rematadora. Moi, Víctor y Burgui mantienen el ritmo en la línea de mediapuntas, que sigue viajando en alta velocidad. El nuevo Sporting amansa a las fieras.

Aunque la victoria de ayer suene a música celestial, es pronto para echar las campanas al vuelo. El equipo sigue en construcción y Abelardo tendrá que afinar a algunos solistas para que la melodía quede armónica. La mejor noticia fue la solvencia defensiva que mantiene el equipo a pesar de la metamorfosis en esta línea. Amorebieta, el nuevo jefe de la zaga, marca el territorio en cada disputa. El Sporting apenas sufrió rasguños. Las dos ocasiones más claras del Athletic llegaron en disparos de Williams desviados involuntariamente por Isma López. Cuéllar reaccionó bien al primero, pero no pudo despejar el segundo.

Abelardo prefirió un poco de Sergio a la interrogante de Xavi Torres y sorprendió reubicando a Moi Gómez en la derecha y a Víctor Rodríguez de enganche, a la caída de los balones que descolgaba Cop. La brigada ligera creó muchos problemas al Athletic llegando al galope desde segunda línea. Cuando fue necesario reforzó la carga Isma López, que sigue donde se había quedado. O quizá mejor. Al menos, hasta el lío del penalti.

El Sporting se adelantó a la salida de un córner, marcó el segundo en otro córner, esta vez a favor del Athletic, y pudo sentenciar con un penalti desaprovechado en diez minutos frenéticos. No lo hizo y acabó sufriendo. Más por el agobio de su rival que por las ocasiones generadas.

El sportiguismo, que ayer colgó el cartel de no hay billetes, abandonó el campo con una sonrisa, prometiéndoselas felices. El conjunto de Abelardo juega la primera final por la permanencia el próximo domingo en Mendizorroza ante el recién ascendido Alavés. Es cierto, que el Sporting ha salido lanzado y llega fuerte a este envite, pero la permanencia es una carrera de fondo que suele decidirse al sprint.