Juega de extremo derecha, acaba de fichar por el Sporting procedente del Urraca y casi a diario se hace tres horas de coche (entre ida y vuelta) para acudir a Mareo a entrenar desde Peñamellera Alta. Hasta aquí su historia, compartida por muchos jóvenes talentos del vivero de Mareo, tendría ya mucho mérito. Lo que la vuelve singular es que se llama Natalia. Y que, desde el domingo, junto a su amiga y compañera Marta, quedarán para la historia como las dos primeras niñas que hicieron de recogepelotas en el campo más antiguo de España. "Me gustaría llegar a hacer algo grande en el fútbol. Jugar en Primera con el Sporting sería un sueño". La voz de Natalia Sobero González suena lejana, pero no esconde la ilusión de los quince años. Es ella quien contesta al teléfono móvil de su padre, José, que maneja el volante desde Langreo, donde ayer jugó el segundo equipo femenino del Sporting, hasta Peñamellera Alta. Y así, casi todos los días.

En otra carretera asturiana, Marta Nieto Gutiérrez recibe el teléfono de manos de su padre, mientras se dirigen a Candás. No se arruga en su primera entrevista. "El partido que más me apetece será el del Madrid. Pero para verlos perder", espeta con descaro esta extremo izquierda que cumple su quinta temporada en Mareo, adonde llegó procedente del Victoria de Perlora. Sus primeras patadas al balón las dio en el Pabellón Orense, donde sus padres se habían trasladado por razones laborales.

Su ubicación en la banda no pasó inadvertida y fueron muchos los seguidores que celebraron la presencia de dos niñas como recogepelotas en El Molinón. Al descanso, junto a sus compañeros, pudieron pisar el césped del estadio en el que sueñan con jugar algún día y mostraron buenas maneras en el habitual rondo que montan los baloneros hasta la salida de los profesionales.

Las normas del club para ser recogepelotas son estrictas. Hay que ser cadete de segundo año, que esta temporada se corresponde con los nacidos en 2001. Hasta ahora, el club no tuvo sección femenina por lo que, aunque se planteó en varias ocasiones, no se llevó a término la presencia de las chicas como recogepelotas. "Aunque había vinculación con el Escuela de Fútbol de Mareo femenino, no era un club nuestro y hasta el uniforme era distinto", explica Roberto Montes, coordinador de los recogepelotas. Como no hay muchos niños (ellas son las dos únicas niñas) que cumplan los requisitos, tienen plaza asegurada en El Molinón en todos los partidos de este curso. Las vacantes las irán cubriendo los nacidos en 2002 (hay cinco niñas en el club).

Con este gesto sencillo, el Sporting da un paso evolutivo importante y se acerca a la modernidad. Este mismo domingo, el nuevo equipo femenino rojiblanco disputó su primer partido como local (en la segunda jornada de Liga) y dejó para los anales del club la foto de una alineación histórica. La ley sálica parece abolida en un deporte de tradición machista que seduce por igual a niños y a niñas. "Juego al fútbol porque es el mejor deporte del mundo", espeta Marta y nadie le va a quitar esa ilusión. Las dos han tenido un enorme apoyo familiar, con el esfuerzo añadido de los desplazamientos. El denostado fútbol moderno también tiene cosas buenas. Por ejemplo que en el Sporting las chicas ya piden la pelota.