El partido de esta tarde en Balaídos ya está preparado para su cocción. Ya está sobre la placa de cocina último modelo, la que usa la Liga de Fútbol Profesional para salpimentar cada jornada, en horarios premium o en horarios de menor prestigio. Hoy es el día apropiado para recordar la canción que dice aquello de "desembarcamos en Vigo....", llena de sabor enxebre, que diría un gallego, y de sportinguismo del bueno. Hoy se desembarca en Vigo por muchos caminos terrestres. Se puede elegir el norteño y parar en Mondoñedo para hacerse con una tarta del Rey das Tartas. Y se puede elegir el sureño y desviarse un par de kilómetros en Benavente para hacerse con un queso del Pastor de La Polvorosa, que ya no quedan pastores como aquél. El caso es llegar a Vigo y encontrarse, damas y caballeros, señoras y señores diputados, con un Sporting recio y competitivo, todo lo contrario del que apareció en el Vicente Calderón, donde duró apenas un minuto. En el segundo ya perdía y en el cuarto ya se supo que aquello pintaba mal. Y vaya si pintó mal.
El gran timonel, que en las vísperas madrileñas no había estado inspirado en algunas frases, anuncia que hoy habrá cambios porque tres partidos en una semana invitan a las rotaciones y porque algunos jugadores no le gustaron durante el partido en Madrid. Eso de algunos es un decir, porque seguro que no le gustó ninguno.
Mientras el equipo se apresta a resolver de forma satisfactoria el partido de hoy, los aficionados hacen cola en las taquillas del Anfield del Piles en pos de la entrada salvadora que permita ver en carne mortal a Leo Messi y a los suyos. Da la impresión de que muchas de las entradas vendidas tienen color azulgrana. Y es normal porque el aficionado es libre de escoger equipo y de escoger día para verlo y disfrutarlo. Gijón siempre ha sido plaza acogedora que aficionados de fuera de Asturias que se desplazan en busca de Barcelona, Real Madrid y otros; en ese otro habrá que incluir a la UD Las Palmas, con una potente peña en La Bañeza. Hay sitio, desde luego, para todos.
El partido del Barcelona se echa encima de los rojiblancos porque se juega a primera hora de la tarde del sábado, a la vuelta de la esquina como quien dice. Los aficionados hacen colas para el sábado, pero el objetivo prioritario de las huestes del gran timonel tendrá que ser el partido de Balaídos. Sería de locos guardar fuerzas para el sábado, cuando se sabe que la dificultad va a ser enorme y las posibilidades de éxito, escasas. Hoy es un partido entre iguales porque quizás el Celta pueda tener mejor plantilla que el Sporting, pero su salida al escenario no está siendo lo que esperaban los aficionados gallegos. El Sporting llega dolorido por la goleada encajada en el Vicente Calderón, pero no llega herido por su situación en la tabla, que es excelente.
Claro que en días en los que se cuece un partido hay que seguir manteniendo las buenas costumbres; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿qué uniforme lucirá hoy el Sporting? ¿Dónde se ha escondido Esuperio tras la goleada de Madrid? Es curioso el reparto de culpas que ha efectuado para explicar el mal partido y el mal resultado de aquella tarde.
