La imagen de Neymar entregando su camiseta a un aficionado del Sporting, ubicado en la zona de El Molinón reservada para personas discapacitadas, ha dado la vuelta al mundo. El aplaudido gesto del brasileño tuvo como origen y protagonista a Sergio González García, un joven naveto de 22 años. Lo luchó desde antes de iniciarse el partido. "Le dije a mi hermana que lo iba a intentar, pero ni imaginaba que lo conseguiría. Cuando el Barça saltó al campo tras el descanso, Neymar, que iba a jugar por la misma banda donde nos situamos nosotros, me miró fijamente. Yo me agarré mi camiseta, como para pedirle que me diera la suya, él respondió alzando su pulgar y guiñando el ojo, como dándome el OK. Al final del partido cumplió con su palabra", relata González a LA NUEVA ESPAÑA, desbordado por la repercusión del cómplice encuentro que mantuvo con el delantero culé.

"El teléfono no para", afirma Sergio, sin perder la sonrisa. "Soy de los que se emociona con poco y estas cosas te alegran el día", añade, no sólo por el subidón de verse reclamado de pronto por tanta gente. Lo dice también cuando es cuestionado por esas lágrimas que derramó tras ver a Neymar correr en la dirección en la que estaba situado en el campo, saltar la vallar y, en medio del abrazo que lanzaba otro aficionado del Sporting al futbolista, comprobar cómo Neymar estiraba su mano para entregarle, solo a él, su camiseta. "No contaba con ello. Mi hermana ya me había avisado: 'no te hagas ilusiones'", señala.

La hermana de este naveto es Beatriz, la mayor de los dos hijos del matrimonio formado por Raimundo y Manuela, y su otra cómplice. Ella es la persona que siempre está tras la silla de ruedas de Sergio, que sufre un problema en el sistema del equilibrio desde su nacimiento. No llegó a intercambiar palabra con Neymar, pero González tampoco cree que fuera necesario. "Me dio la mano y me guiñó otra vez el ojo", apunta. Eso sí, deja claro que su sportinguismo siempre estará por delante. "Primero tira lo de casa y luego sí que soy un poco del Barcelona", aclara, con cierto rubor. No en vano, la camiseta de Neymar se sumará a una colección en la que prima lo rojiblanco. "Tengo las camisetas de Mandi, Álex Menéndez, Meré y hasta los guantes de Cuéllar", subraya. Huye de cualquier rivalidad más allá de lo deportivo. "A mí me gusta el fútbol, no discutir", afirma este sportinguista que toma parte en los talleres que organiza la asociación Aspaym en Oviedo. Sabe que allí le seguirán preguntando por la camiseta de Neymar, que está a buen recaudo en la habitación de su casa, en el barrio de La Collada. "No sé qué haré, si usarla, o encuadrarla. Eso es secundario, con lo que me quedo es con el detalle", concluye.