La primera final para el Sporting se juega en otoño. Así son las cosas. Es cierto que el partido no será definitivo, pero sí que tendrá consecuencias para quien salga derrotado. Es el momento señalado para que el conjunto de Abelardo dé ese salto de calidad que se había anunciado durante el verano y marque distancias con un rival de la zona baja. No será fácil tomar Granada. Nunca lo ha sido. Especialmente para el Sporting, que no ha tenido demasiada fortuna históricamente en este desplazamiento. En una lectura positiva, y obviando las cinco derrotas rojiblancas consecutivas, que es mucho obviar, el Sporting tiene la oportunidad de dejar herido de muerte a un rival directo. Con tanto como hay en juego, tendrá ventaja el que mejor sepa rendir bajo presión.

Hay tanto esta tarde sobre el tapete de Los Nuevos Cármenes, que cuesta imaginar que el Sporting salga con una pareja de centrales formada por dos guajes como Jorge Meré y Juan Rodríguez. La experiencia de Lillo y Lora es un grado en una cita con mucho que perder. La prioridad es volver a sumar, romper la dinámica terrible en la que se ha sumergido el Sporting. El equipo necesita un bálsamo en forma de puntos para volver a creer, para sentirse fuerte. A Abelardo nunca le ha gustado correr riesgos, menos aún en la muralla defensiva, la línea que mejor rendimiento ha ofrecido desde la llegada del Pitu al primer equipo.

La alineación del Sporting tiene más frentes abiertos que nunca. Hay en juego dos puestos en la defensa, otro debate en el centro del campo donde ganan fuerza los partidarios de Nacho Cases, un futbolista sin igual en esta plantilla. La gran batalla afecta al ataque. Los "castristas" esgrimen con garbo el gol del delantero de Ujo al Valencia en su primer partido de la temporada como titular, pero los mensajes lanzados por la semana insisten la importancia de atacar los flancos del Granada. Ahí es donde Burgui cobra ventaja.

Espera un Granada herido, en el que la gran pregunta pasa por ver cómo le asienta a Lucas Alcaraz un traje hecho a la medida de Paco Jémez. Por lo pronto, Sergi Samper se ha quedado fuera de la convocatoria. Un indicio claro de por dónde va la apuesta del técnico granadino.

El conjunto nazarí no conoce la victoria en lo que va de temporada y es el equipo más goleado de las grandes ligas europeas. Son argumentos que, en otras circunstancias, invitarían al optimismo. Con el Sporting herido, después de haber resucitado a Celta, Deportivo y Valencia, un rival tocado es sólo otra fuente de preocupación.

Granada entera ha señalado este encuentro y la federación de peñas nazaríes ha organizado un recibimiento al autocar local. El ambiente estará cargado, pero la presión puede atenazar al equipo local. El Sporting puede darse el lujo de salir sin prisas, lo que no es poco en un choque de alto voltaje.

Abelardo ha escondido sus cartas, pero hay tres consignas claras: minimizar los errores que están penalizando en exceso al equipo, aumentar la seguridad defensiva y disparar a puerta. Un básico de temporada, al que hasta ahora había renunciado el Sporting.

Tampoco Lucas Alcaraz quiere enseñar la patita, aunque el descarte de Samper es toda una declaración de intenciones. El romanticismo ha muerto en Los Cármenes. Con Alcaraz a los mandos, el conjunto granadino se solidifica en busca de unos resultados que se le han resistido hasta el momento. El primer ensayo, en el Calderón, dio error en un exigente test de calidad. El objetivo para el Sporting es conseguir la rendición de Granada en la primera final del curso.