La gran seña de identidad del Sporting de Abelardo desde su salto al primer equipo ha sido la seguridad defensiva. Ése ha sido el secreto de los éxitos logrados por este equipo, un bloque que se armaba desde atrás y al que no era fácil hacer gol, lo que lo convertía en un equipo difícil de derrotar. El Sporting de Abelardo fue siempre un equipo de autor, con unas señas de identidad claramente reconocibles. Unos rasgos de los que carece el Sporting de hoy. Los rojiblancos son el segundo equipo más goleado de la categoría con 22 goles en contra, superado únicamente por el colista Granada (25). Un preocupante promedio de dos goles por partido que empeora de forma evidente los registros anteriores del equipo de Abelardo.

El Sporting tiene esta temporada varios lunares defensivos. No consigue cerrar los partidos y recibe goles en los minutos finales, e incluso en los periodos de prolongación. Las estrategias defensivas son un peligro continuo, así como los centros laterales. El equipo se muestra tan frágil que el rival necesita muy pocos argumentos para marcar.

La temporada pasada, en la que los rojiblancos certificaron la permanencia en la máxima categoría en la última jornada, el Sporting recibió 62 goles en los 38 partidos de Primera División, lo que arroja un promedio de 1,63 goles en contra por partido. No cabe comparación con la temporada del ascenso, en la que lógicamente los rivales tenían mucho menos potencial. En todo caso, sí es digno de mención el impresionante comportamiento defensivo del equipo en aquel curso, que fue totalmente determinante para alcanzar el éxito del ascenso. Cuéllar logró el trofeo al portero menos goleado del fútbol de plata, con un Sporting que recibió sólo 27 goles en los 42 partidos disputados, con un espectacular promedio de 0,64 goles por encuentro.

Con casi el primer tercio de la liga completado, es evidente que el Sporting derrapa de atrás. La defensa ha sido la línea que ha sufrido una mayor transformación este verano junto con la delantera. Luis Hernández y Bernardo, los jefes de la zaga con el Pitu en los años anteriores han dejado el club. También se fue Vranjes, quien llegó en el mercado de invierno pasado tras la larga lesión del colombiano. El crecimiento de Jorge Meré amortigua el golpe. Para equilibrar la zaga, este verano llegaron Amorebieta y Babin. El primero tuvo un gran inicio de temporada, pero su rendimiento ha decaído en los últimos encuentros. Babin, que parte como teórico suplente, ofreció un rendimiento correcto en las oportunidades de que dispuso, pero se lesionó en un entrenamiento con su selección. Junto a ellos, hubo la aparición tan efímera como prometedora del central del filial Juan Rodríguez, que firmó un gran encuentro en Granada y no volvió a ir convocado. Abelardo ha preferido viajar sólo con dos centrales y manejar el recurso de adaptar a Lillo.

Abelardo quiso también reforzar el lateral derecho, la posición que más escasa de efectivos había estado en temporadas anteriores. Para ello, se ficho a Lillo y se negoció la cesión de Douglas para completar a Lora. El alicantino se ha destapado como el gran fichaje para la zaga y se ha convertido en un fijo para Abelardo. El brasileño ha tenido una presencia testimonial. En el lateral izquierdo, no se cubrió la marcha de Álex Menéndez, ya que la temporada pasada había tres futbolistas para esa demarcación.

Está claro que defender bien es una responsabilidad de todo el equipo y no sólo de la última línea, pero también parece evidente que los defensas son los especialistas en esta labor.