"Fidelidad". El lema de la pancarta que lució la peña La 1905 durante el recibimiento al equipo a su llegada en autocar a El Molinón sintetizó el sentimiento de un sportinguismo que respondió ante la necesidad del equipo y la llamada de Abelardo para olvidar las críticas durante los noventa minutos y hacer del municipal gijonés una "bombonera". Así fue antes de que Carmona abriera el marcador, también durante los minutos en los que Osasuna buscó el empate, y después de un triunfo que zanjó la racha de once partidos sin ganar y permitió recuperar la calma.

El inicio del calentamiento fue el único espacio en el que El Molinón dejo escuchar al medio millar de aficionados llegados desde Pamplona. El resto del encuentro contó con el calor de la afición rojiblanca, a pesar de que la tensión se notaba desde mucho antes de que echara a rodar el balón. Nico Rodríguez conversaba en la banda con Mejuto González, delegado informador arbitral, sin dejar de seguir, atentamente, cada movimiento de los futbolistas, a quienes incluso esperó en el túnel de vestuarios para desearles suerte. Todo apoyo era necesario.

"Tarde de fútbol, tarde de final", se escuchó desde la megafonía del municipal gijonés antes de informar de las alineaciones. Y El Molinón acompañó, con su primer gran rugido, los compases del himno. El sorteo del campo contó con el detalle de ver a De las Cuevas, conocedor de la plaza, recomendar elegir tirar primero sobre la portería sur. El pitido inicial fue el momento clave para empezar a valorar si el sportinguismo había tomado nota, o no, de las palabras de Abelardo. No se escucharon silbidos ni críticas al equipo, como sucedió en Copa. El ambiente fue el solicitado por el Pitu y el fútbol, poco a poco, fluyó.

Carmona se convirtió entonces en el héroe esperado por el sportinguismo. El cabezazo del mallorquín abrió el marcador y amplió la racha goleadora que estrenó en el Bernabéu. Su nombre fue aclamado al unísono por un municipal gijonés que reunió a 25.800 espectadores y estaba con ganas de más, sin perder la desconfianza. Las tertulias en el tiempo de descanso dieron muestra de ello. Douglas continuó entonces la fiesta con el segundo gol y dedicatoria a su hijo y su mujer, dos de los más felices en una grada que ya saboreaba el final de la racha negativa. El Molinón empezó entonces a cantar el Asturias patria querida, Carmona hizo el tercero y, a pesar del susto del gol de Flaño, Osasuna se marchó de Gijón con los únicos puntos que tuvieron que darle a Oriol Riera tras recibir un golpe en el pómulo.