La junta de gobierno del ayuntamiento de Gijón dio ayer el visto bueno a la concesión de uso de El Molinón al Sporting por un periodo de 30 años. El acuerdo, que no necesita ser llevado a pleno, tiene dos novedades significativas. La primera, tal y como desveló LA NUEVA ESPAÑA el 20 de noviembre pasado, es que el ayuntamiento incluye una cláusula en el documento que impide que el Sporting le coloque un apellido comercial al estadio. La segunda novedad es mucho más sutil. El acuerdo pasa de ser un contrato de alquiler con un precio simbólico a una concesión gratuita por treinta años. Este matiz tiene una importancia capital, puesto que facilita al Sporting un movimiento de maquillaje financiero. Al tener la concesión, el hará una tasación de ese acuerdo y activará el importe resultante en su balance económico, con lo cual se neutraliza el patrimonio neto negativo (14,4 en las cuentas que se presentarán a la junta) y desaparece la causa de disolución del club, en la que el Sporting llevaba varios años inmerso.

Se trata de movimiento contable habitual en el mundo del fútbol y son varios los clubes que han usado esta maniobra en sus balances.

La operación consiste en valorar cuánto le costaría (con valor real y no simbólico como hasta ahora) al Sporting alquilar el estadio de fútbol. Ese valor que el club se ahorra se considera un activo, que irá menguando cada temporada, a medida que le queden menos años de concesión. En realidad, la maniobra es únicamente contable, ya que no se mueve ni un solo euro en la operación. El Sporting consigue así su objetivo de presentar este acuerdo a la junta.