Al principio fue el balón, protagonista indiscutible del primer entrenamiento de Rubi al frente del Sporting. Han sido sólo unas pinceladas, pero ya se pueden intuir los principios fundacionales del proyecto del nuevo entrenador rojiblanco. La idea de Rubi, además de que su equipo sea protagonista y dueño del balón, es meterle presión al Sporting. Una presión alta, que se inicia cuando se pierde la pelota, para intentar recuperar en zonas de peligro para desplegar un ataque rápido. También se puso énfasis en los remates a puerta.

La jornada para los futbolistas empezó con la toma de medidas y pesaje por parte de la nutricionista del club, Beatriz Manchón. A continuación se produjo una charla del técnico con los jugadores en la sala de vídeo. Los futbolistas salieron del vestuario cinco minutos después de las once y se dirigieron al campo número 5. El balón fue protagonista del calentamiento, dirigido por los responsables de la parcela física, Xabi Gil y Manu González.

Como no podía ser de otra forma para un entrenador que se asocia a la escuela Barça, el primer ejercicio de la era Rubi fue un rondo. Con unos matices que lo hacen singular. Un pivote incrustado en el centro ayuda a los futbolistas que forman el circulo en la posesión y son tres los que intentan robar la pelota. El rondo se hace a un toque, salvo cuando pasa por el pivote de puede controlar y pasar en dos contactos. El objetivo evidente es mejorar la circulación de balón y el juego interior. Rubi y sus asistentes insistían a sus futbolistas en la movilidad y perfilarse correctamente para asegurar los pases. En esta primera sesión estuvieron ausentes los lesionados Jorge Meré y Douglas, se reincorporó Lillo con un fuerte golpe en el ojo y se mantuvieron los futbolistas del filial Juan Rodríguez y Rubén.

En el resto de la sesión, la gran protagonista fue la presión. Al más puro estilo Guardiola, Rubi ordenó a sus jugadores ir a presionar tras cada pérdida de balón. "Presionamos todos, incluso cuando estamos con uno menos", llegó a decir el técnico en un momento del ejercicio. Una vez recuperada la pelota en posiciones de ataque la prioridad absoluta del entrenador rojiblanco es un rápido despliegue que debe llevar a la finalización del ataque.

Mientras un equipos ensayaba la presión (se trataba de recuperar la pelota antes de que el otro conjunto pudiera dar tres pases), el rival ensayaba la salida de balón (tenía que intentar dar cinco pases antes de poder atacar).

Las primeras alineaciones de Rubi fueron: Cuéllar; Lora, Juan Rodríguez, Amorebieta, Canella; Rachid, Nacho Cases; Moi Gómez, Dani Ndi, Burgui y Cop. El otro equipo estuvo compuesto por Mariño; Lillo, Babin, Sergio, Isma López; Xavi Torres, Carmona; Víctor Rodríguez, Carlos Castro, Afif y Borja Viguera. Rubén hizo las veces de comodín y ayudaba siempre al equipo con la posesión, mientras Whalley fue rotando con los otros porteros.

Lo más llamativo de estas pruebas fue la presencia de Sergio como central, que hay que relacionar con el hecho de que esté sancionado para el choque ante el Betis del domingo, y la ubicación de Carmona como pivote. El balear se manejó bien en esta demarcación gracias a sus recursos técnicos y su visión juego.

El entrenamiento concluyó con los futbolistas separados por posiciones. Los defensas y algunos centrocampistas ensayaban los despejes y el resto trabajaron la finalización. La primera sesión se prolongó durante una hora y media larga y se vio a los futbolistas, en particular a alguno, emplearse con una intensidad poco usada. El estímulo de un nuevo entrenador puede provocar una reacción. De momento, aumenta la presión.