El que estaba llamado a ser el año de la consolidación en Primera División, según se había pregonado desde todos los estamentos del club, parece abocado a un final amargo. Las matemáticas aún no descartan al Sporting, pero el sentido común otorga muy pocas opciones a los rojiblancos. Queda la esperanza irracional a la que se aferran los más optimistas. Las causas que han traído al equipo a esta situación son múltiples, pero hay algunos factores que tienen un peso determinante. Hay errores que no se pueden volver a repetir, se logre finalmente la permanencia o no.

Mala planificación deportiva. El fracaso de Nico Rodríguez en su primer gran proyecto como director deportivo del Sporting es evidente, suceda lo que suceda hasta final de temporada. En cursos anteriores, con menos margen de movimiento, ya había cometido errores significativos. El Sporting de los dieciséis fichajes. Se esperaba un salto de calidad en la plantilla que no se ha trasladado al césped, ni en el plano individual, ni como equipo. De los dieciséis fichajes, apenas han cumplido las expectativas un par de ellos. Más allá de las equivocaciones en los nombres, el diseño es deficiente. Rubi tiene a su disposición sólo tres defensas centrales, Vesga, llegado en diciembre, no tiene sustituto mientras que hay posiciones saturadas. La guinda es el pobre rendimiento de Lacina Traoré, supuesto fichaje top, que llegó de Rusia falto de ritmo y con necesidad de adaptación.

El Molinón pesa demasiado. A pesar de que se ha repetido hasta la saciedad la necesidad de que el Sporting fortalezca su campo como principal argumento hacia el objetivo, lo cierto es que los rojiblancos han fracasado como locales. Con catorce puntos sumados en su campo (los mismos que el Leganés) el Sporting es el segundo peor local de la competición. Tan sólo Osasuna (5 puntos y cero victorias) empeora a los rojiblancos. Los problemas del Sporting como local son tales que, a pesar de haber ganado cuatro partidos, no ha conseguido mantener su portería a cero en El Molinón ni una sola vez. El Molinón ha pesado demasiado, como reconoció algún futbolista rojiblanco.

El equipo falla en los momentos cruciales. El Sporting cayó muy pronto a puestos de descenso. La derrota en casa ante el Éibar lo sumió en la zona roja de la clasificación en la jornada 18.ª y ya encadena una docena de partidos sin salir de ella. Incluso llegó a ser penúltimo durante tres jornadas, hasta que la victoria ante el Granada le acercó de nuevo a la permanencia. En estas doce jornadas el Sporting ha venido haciendo la goma con los equipos que le preceden y, en varias ocasiones, ha tenido la oportunidad de darles alcance o acercárseles al máximo. El equipo falló sistemáticamente en todas esas ocasiones. Dos buenos ejemplos son los partidos ante Deportivo de La Coruña y Málaga en El Molinón.

Falta de continuidad. Es cierto que en algunos partidos Rubi parecía haber dado con la tecla, pero la realidad es que la propuesta futbolística del Sporting ha sido pobre durante el grueso de la temporada, salvo esos espejismos contados. Incluso en los días buenos, el equipo se ha mostrado blando en las áreas y ha tenido severos problemas para convertir las ocasiones generadas. Hasta la derrota con el Málaga, el Sporting parecía haber encontrado el camino y logró su mejor racha de la temporada al permanecer invicto durante tres semanas por segunda vez (la primera fue el deslumbrante arranque liguero). En el choque decisivo ante los andaluces, acuciado por las bajas, alguna de ellas significativas, Rubi decidió introducir una variante táctica que apenas había tenido tiempo de preparar. El resultado fue que sacrificó el centro del campo y el juego se resintió de forma evidente. El técnico catalán ya ha manifestado su rechazo a dar alternativa a futbolistas del filial, a pesar de que una solución lógica parecía haber situado a Cristian Salvador por detrás de Sergio y Nacho Cases. Desde siempre, en el Sporting se han buscado soluciones en el filial.

La afición siempre responde. Lo único que no ha fallado esta temporada, como tampoco lo hizo en las anteriores, es la afición del Sporting. Sus seguidores han arropado al equipo en casa y en los desplazamientos de una forma incondicional, a pesar de todos los obstáculos que hubo que superar. Primero fue la pérdida de identidad de una plantilla con la que la grada de sentía plenamente representada. Después fueron los malos resultados y nula propuesta futbolística del equipo en muchos encuentros. Con mayor o menor intensidad, con más ilusión o creciente desánimo, el sportinguismo siempre ha estado ahí. Un buen ejemplo es el lleno en el encuentro ante el Granada. Y seguirá estando hasta el final.