La mayoría de jugadores que pasan por Mareo terminan, por unas u otras razones, sin la oportunidad de dejarse ver en el primer equipo. Ni siquiera en el filial. Pablo Fernández (Candás, 17-9-1996) llevaba cuatro temporadas en la cantera rojiblanca, dos años de infantiles y otros tantos de cadete, cuando se le comunicó que no entraba en los planes del club. La noticia que, para otros muchos, ha significado el final de un camino, para él terminó convertiéndose en un acicate. Cuatro temporadas más tarde de aquel trago, Pablo Fernández ha hecho realidad lo que él mismo define como "el sueño por el que peleas desde pequeño: debutar con el equipo del que eres desde que naciste".

"Estoy contento, pero quería ganar. Lo principal eran los tres puntos. La derrota ha sido injusta", comenta Pablo Fernández cuando es preguntado por sus sensaciones tras participar en su primer partido oficial con el Sporting. No fue un encuentro cualquiera. El equipo se jugaba el ser o no ser en Primera División, ante un rival directo, el Málaga, y en El Molinón. El candasín ha sido el primer jugador procedente del filial que hace debutar Rubi desde su llegada al banquillo, y el tercero de esta campaña, tras la participación de Juan Rodríguez y Rubén Sánchez.

"Es un delantero diferente. A pesar de su envergadura (191 centímetros) tiene mucha movilidad, una buena caída a los espacios y una gran interpretación del juego. Lo más importante de todo es que tiene mucho margen de mejora", explica José Alberto, técnico del filial y el entrenador que en Mareo le descubrió como delantero. Fue en el año de su regreso, tras curtirse como interior derecha en el Victoria de Perlora y en el Candás, ya en Tercera División, cuando todavía era juvenil de segundo año. "Lo puse en punta ante el Racing, con el División de Honor. Marcó, de cabeza. Y un gol guapo", recuerda José Alberto. Esta campaña, en el Sporting B, ya le ha dado catorce tantos "y unas cuantas asistencias". Abelardo ya le echó el ojo el pasado verano, llevándoselo a la concentración realizada por el primer equipo en Portugal. "Es un chaval honrado en el campo. Siempre lo da todo, salga mejor o peor", señalan los técnicos. Una filosofía con la que Pablo se ganó una segunda oportunidad, convertida ya en el ejemplo de lo que significa no rendirse.