Pueden creerme si les digo que al ponerme a escribir sobre lo acaecido en Anoeta, he sentido la tentación de ser más fiel que nunca a lo sucedido sobre el campo, lo que me hubiera llevado a escribir no más de tres líneas, porque tres minutos (ni uno más) fue lo que duró el partido contra la Real Sociedad. Y es que además, maldita la gana que tiene uno de escribir sobre el que ha sido uno de los peores encuentros disputados esta temporada por el Sporting (que mira que los ha habido malos a más no poder), justo el día en el que más se le pedía al equipo que diera la talla. Aunque en realidad quizás ha sido eso precisamente lo que ha ocurrido: que el equipo ha dado su verdadera talla. Y de este modo, no hemos sufrido una goleada de escándalo porque la Real, jugando a placer, no ha querido pisar el acelerador contra once rivales que por el contrario, daba la sensación de que jugaban con el freno pisado en sus botas.

La alineación que presentó Rubi dejó a pocos sportinguistas indiferentes. La mayoría, se hacían cruces viendo a un Elderson como sorprendente titular en detrimento de Canella. O a Víctor en lugar de Carmona, el jugador con más goles en su haber de los que habían viajado a San Sebastián. Igual es porque el equipo va sobrado de goles. Pero a pesar de todo, cualquier sportinguista hubiera deseado no tener que recurrir a aquel famoso dicho de que “los experimentos con gaseosa”. Sin embargo, bastaron solo tres minutos para que Elderson hiciera bueno el refrán, con un fallo estrepitoso en el primer balón que pasó por sus pies.

Cierto que sería injusto culpar al nigeriano de todo lo acaecido durante los 93 minutos exactos que duró el partido. Pero es evidente, que para un equipo que no atravesaba su mejor momento anímico tras la dolorosa derrota frente al Málaga, encajar un gol a las primeras de cambio (una vez más esta temporada), es como para un ciclista que va haciendo la goma, pinchar apenas iniciado un puerto de categoría especial.

De verdad que es complicado encontrar algo que salvar de un partido tan nefasto. Como es también complicado de entender que al descanso, no hubiera reacción alguna por parte del entrenador. Daría lo que fuera por saber cómo fue esa charla en el vestuario a la conclusión del primer tiempo. Pero por la actitud con la que volvieron los jugadores rojiblancos al césped, diría que no fue muy convincente, si lo que pretendió Rubi fue inspirar algo de esperanza y amor propio. Claro que para infundir algo en otras personas, quien transmite ha de ser el primer convencido. ¿Lo estaría Rubi, viendo los primeros 45’?

Si la primera parte fue lamentable, la segunda no lo fue menos. Ni un mínimo atisbo de reacción. Porque no olvidemos que íbamos “solo” dos cero y que un gol, podría habernos metido en el partido. Pero para eso hay que creer; casi más que poder. Y estos jugadores ni creían ni podían. Fue ridículo hasta la forma de conseguir el gol del mal llamado honor (porque hoy no hubo rastro de honor y respeto a un escudo): Elderson trató de apartarse de la trayectoria de un balón, que sin embargo le golpeó y entró en la portería rival, engañando al portero. Un gol que no celebró absolutamente nadie. Un gol tan intrascendente como intrascendentes fueron los 90’ que siguieron al primer gol de la Real. Pura impotencia.

Apreciados sportinguistas: por si alguien todavía creía en los milagros, siento comunicarles que virtualmente, ahora sí, estamos en Segunda. “¿Y si ganamos al Real Madrid?”, preguntará todavía alguno (mi amigo Isi -¿se acuerdan de él?-, por ejemplo). Pues que con toda seguridad, llegaríamos a la enésima final en Pamplona, que por enésima vez también, volveríamos a perder. Este es el crédito que se ha ganado a pulso este proyecto, o como quiera llamarse lo que han montado Nico Rodríguez y compañía esta temporada. Un Director Deportivo por cierto, que ya está tardando en recoger sus pertenencias. No tardará en caer. Pero todos sabemos que el verdadero mal está más arriba.

Y hablando del partido contra el Real Madrid, pueden estar seguros de que no seré yo quien regale otros 20€ a la familia dueña de este club. Sé que el estadio a pesar del ridículo de hoy, rozará el lleno. ¿Se imaginan sin embargo lo que supondría a nivel mediático un estadio vacío frente a todo un Real Madrid? Ya les digo que es pedir un imposible. Al menos, confío en que quienes vayan al estadio, manifiesten su absoluto rechazo por un tercer descenso casi consumado en el haber de la familia Fernández y de aquellos que bajo su sombra, han prosperado como las setas en otoño.

En una noche negra para el sportinguismo, no se me ocurre otra invocación o deseo que el famoso extra omnes (¡todos fuera!) empleado en los cónclaves vaticanos, para todos los que han destruido de nuevo los sueños de miles de sportinguistas, transformándolos en otra pesadilla. Porque no tengan la más mínima duda de que en caso de no lograr el ascenso de forma casi inmediata, en dos o tres temporadas en Segunda, esta entidad volvería a situarse al borde de la quiebra. ¿Alguien lo duda acaso? Si no han sabido sanearla con más de cuarenta millones de ingresos televisivos, ya me contarán cuando esos ingresos se vean diezmados.

Post Scriptum: las recientes declaraciones de Fernando Losada, en relación a la salida de los propietarios del club a corto plazo, ¿eran ya contando con un escenario de Segunda? Muy pronto la respuesta.