Parafraseando las palabras que en su día pronunciara Rubi tras la derrota frente a la Real Sociedad, podríamos preguntarnos del mismo modo, a ver cuántos aficionados hubieran puesto un dos en la quiniela antes de comenzar el partido contra el Villarreal. Seguramente solo los más optimistas y por aquello de que sus números de cara a la salvación, les cuadraran por algún lado.

Había afirmado Rubi en la previa del partido, que de conseguir diez o doce puntos en las cuatro jornadas finales, el equipo se salvaría. Está claro que alcanzar ya esa cifra es del todo imposible, por lo que no estaría de más saber si el entrenador catalán ha bajado de nuevo el listón y si considera ahora que con siete o nueve, podría obrarse el milagro. Con menos de seis ya les digo yo que imposible.

De sus palabras en la rueda de prensa posterior a la derrota, se desprende que al menos de cara a la galería, se resiste a arrojar la toalla, aunque ya muy pocos sean los que de verdad crean sus palabras. Pero también hay que entenderle. ¿Qué diríamos si ahora saliera diciendo que "se acabó lo que se daba" y que irremediablemente estamos ya en Segunda? Nos lo comeríamos vivos, ¿me equivoco? El entrenador está en la obligación mientras las matemáticas digan que es posible, de defender lo que ateniéndonos a la realidad de este equipo, es indefendible.

Entrando en lo sucedido sobre el campo, para empezar el técnico sportinguista volvió a cambiar el esquema de juego, recurriendo a la defensa de tres centrales. Dejó además fuera del once inicial a Burgui y a Víctor (curiosamente uno de los mejores, si no el mejor del último encuentro), sustituyendo a los tocados Canella y Sergio por Isma López y Xavi Torres. El navarro por la izquierda y Douglas por la derecha, ejercieron de carrileros, mientras que Torres acompañaba en la creación a Vesga, quedando Carmona y Moi como enlaces del centro del campo con la delantera, que ocupó Cop.

Como curiosidad del once inicial la presencia de un único canterano: Jorge Meré, quien todo sea dicho, no tuvo hoy una de sus mejores actuaciones. Tan curioso y descorazonador este detalle sobre el peso actual de la cantera en este ´Sporting de los fichajes´, como que el Villarreal presentó en sus filas el mismo número de jugadores procedentes de Mareo: uno, José Ángel. Ahí queda el dato.

Pronto se vio que el Villarreal quería llevarse el partido a toda costa, siendo suyas las primeras ocasiones del partido. Alguna de ellas muy claras, como la que sacó bajo palos Isma López. Más allá de la disposición táctica, con una posesión que llegó a ser del 75% en favor del Villarreal, quedaba patente que Rubi había planteado el partido con la intención de colocar el autobús y buscar la fortuna en alguna contra. Claro que no contaba con que este autobús figurado que es el Sporting de esta temporada, tiene las lunas rotas y deja además siempre abiertas todas sus puertas.

Aun así, como el fútbol es así de extraño, de repente, cuando menos se esperaba, un lanzamiento de Moi al larguero (al que nunca hubiera llegado el portero amarillo, Andrés), pareció cambiar el sentido del encuentro. El Sporting se hizo dueño del balón y fue a raíz de ese dominio cuando llegó la que fue a la postre la parada del partido, en un remate a bocajarro de cabeza, casi perfecto, de Xavi Torres, al que Andrés respondió de manera increíble.

Y lo que son las cosas: de ese 0-1 que muchos cantamos, se pasó al 1-0. Y ahí una vez más, se acabó el partido. La jugada además, con una sucesión de errores defensivos, representó lo que viene siendo la defensa de este equipo durante toda la temporada. Podrán decir algunos que el partido hubiera cambiado de haberse conseguido adelantar el Sporting, pero si les digo la verdad, viendo lo que vino después, tengo serias dudas de que el resultado al final no hubiera sido el mismo.

Tras el gol encajado, quiso el Sporting tímidamente reaccionar, logrando botar algunos saques de esquina, pero también aquí se volvió a constatar que sea por arriba, por abajo, en corto o en largo, lo de los lanzamientos de córner del conjunto rojiblanco es para hacérselo mirar. Dejo para los amantes de las estadísticas que me encuentren un equipo en todas las principales europeas, que haya sacado menos rentabilidad de los saques de esquina a lo largo de lo que va de temporada.

Con derrota mínima se llegó al descanso. Rubi dejó en el vestuario dando entrada a Burgui. Sin embargo, bastaron solo dos minutos del segundo tiempo para Bakambu, aprovechándose de otro agujero de la defensa, se plantara solo ante Cuéllar y no perdonara el 2-0. Por cierto, que en la primera parte, hubo una jugada en la que el congoleño soltó el brazo de forma tan innecesaria como barriobajera al propio Cuéllar, en una salida por alto de este. Las cosas como son: a alguno de los nuestros por mucho menos, le muestran una amarilla como poco. Como a Amorebieta, quien tras su fallo en el segundo gol y con precisamente una tarjeta amarilla en su haber, dejó su puesto a Víctor, con lo que el equipo cambió a defensa de cuatro.

A un gol fallado por Soldado a puerta vacía cual Cardeñosa, tras pase de Bakambu, no tardó en seguirle el segundo gol de este, en otro despropósito defensivo, que situó en el marcador un 3-0 que parecía presagiar una goleada de las que duelen.

Con más de veinte minutos por delante, Rubi decidió dar entrada a Sergio, quien sustituyó a Carmona, otro de los que hoy no estuvieron a la altura que exigía la importancia del partido. Sin embargo llamó la atención el cambio, pues con un marcador tan desfavorable, no parecía tener mucho sentido arriesgar a un jugador que había entrado a última hora en la convocatoria, debido a unas molestias.

Después del tercer gol, el Villarreal dio la impresión de darse por satisfecho (de hecho su entrenador se permitió retirar del campo al bigoleador Bakambu) y se dejó ir. De esa relajación llegó el gol del Sporting, en un disparo raso y ajustado de Douglas, quien de este modo, con dos tantos en su haber en la presente campaña, supera en la tabla de goleadores a Burgui. A buen entendedor, pocas palabras.

A partir de ahí fue un querer y no poder. En ningún momento la victoria del Villarreal corrió riesgo alguno y los minutos fueron pasando para desesperación de una afición sportinguista, resignada en todo caso a su destino.

En sala de prensa, Rubi trató como les decía al inicio, apelar a lo imposible. Y añadió que por su parte, seguiría intentando hacerlo lo mejor posible en los tres partidos que quedan. Solo faltaba que hubiera dicho lo contrario. Y como era de esperar, puso sobre la mesa la carambola que habría de darse para que sus cuentas, las cuentas de Rubi, se hicieran realidad. Son las mismas de mi amigo Isi, al que tantas veces recurro cuando mi estado depresivo causado por este dolor de equipo, se hace insufrible. Y no piensen que me convence, pero al menos me río un buen rato.

Por no alargarme e ir al grano, el padre de todos los milagros, pasaría en primer lugar porque el Eibar ganase al Leganés en el partido que habrán de disputar ambos equipos este domingo a las 18:30 (¡anda que no nos queda fin de semana por delante para sufrir hasta entonces!). Si bien un empate no nos descendería matemáticamente, ni incluso una victoria pepinera, es evidente que cualquiera de estos dos resultados complicaría aún más lo que como les digo, parece ya de por sí una misión imposible.

Con esa hipotética derrota del Leganés el domingo, llegaríamos a la antepenúltima jornada en la que de nuevo habría que apelar a la intervención salvadora de nuestros hermanos béticos, para que venciesen en su visita a Butarque, en un partido que jugarán de lunes. Nosotros por nuestra parte podríamos así meter presión, ganando el sábado a las 13:00 a ese mismo Las Palmas al que hace unos días, el Leganés se pasó por la piedra.

Demasiadas premisas, ¿verdad? Para qué seguir entonces. Ahora bien; déjenme decirles una cosa que seguro sabrán: esto es fútbol. Y de darse estas cuentas de Rubi (las derrotas del Leganés en Eibar y en casa contra el Betis, ganando nosotros a Las Palmas), sería como para empezar de nuevo a soñar. El problema es el de siempre: ¿de verdad este equipo está como para ganar a los canarios? Les aseguro que me encantaría decirles que sí, pero les estaría engañando. Pero vuelvo a repetir, porque es lo único con lo que puedo tratar de darles una mínima razón para creer, que en el fútbol hemos visto de todo. Claro que lo de Sporting para que se salvara, superaría lo nunca visto.

Lo que sí les digo también es que cuando finalice la temporada, y aun en el caso de que se nos aparecieran la Santina, Lourdes y Fátima (las tres en divina procesión), será el momento de pedir cuentas a quien hay que pedírselas. Y solo a él; ya saben: el hombre del ilustre apellido prohibido. Los que están por debajo son solo peones en un damero donde él es, para nuestra desgracia, el rey. Hasta ese momento, quedémonos con las otras cuentas: las de Rubi. ¡Aúpa Eibar!, ¡musho Betis!

Post Scriptum: según algunas fuentes, el club llevaría ya trabajando desde hace una semana en la preparación de la próxima temporada en Segunda. Visto lo visto, que trabajen en algo en este club, uno ya no sabe si puede ser para bien o para mal. La experiencia nos hace inclinar la balanza hacia lo segundo.