La vieja guardia siempre termina apareciendo en un Sporting que se niega a dejarse enterrar. Tenía que ganar a la UD Las Palmas, y ganó. Carmona tuvo que ser el autor de un gol salvador, que los canarios reclamaron por tierra, mar y aire, pero que deja abierta la puerta de la salvación a un equipo que jugó poco y mal, pero que superó a un rival que comparece en los campos, el propio y los ajenos, por obligación reglamentaria irrenunciable. Carmona resolvió con el remate cruzado y lleno de rabia que necesitaba un partido que el Sporting tenía que ganar.

Lo ganó después de bastantes penalidades. La protesta inicial contra la propiedad fue pequeña, pero superior a las pasadas. La protesta del minuto cinco tuvo mayor relieve porque la tele se fijó en ella, como se fijó en las quejas que fueron apareciendo en el descanso y luego contra algunos jugadores que no dieron el rendimiento necesario en un mediodía crucial para los intereses rojiblancos, que ahora pasan por Éibar, próxima estación del viaje rojiblanco. Por Éibar y por los partidos pendientes de un Leganés, ahora a tres puntos de los hombres del caporal Ferrer.

El caporal Ferrer sorprendió en la alineación con el experimento de Carlos Castro en la banda derecha, posición en la que el jugador de Ujo no había aparecido nunca y en la que, como es lógico, no vivió su mejor día. Al descanso fue relevado por Carmona, un especialista de la banda, goleador que celebró el tanto salvador con gestos idénticos a los de Cristiano Ronaldo, que no es mal modelo para cualquier hacedor de goles.

El primer tiempo del Sporting, damas y caballeros, señoras y señores diputados, fue el del periodo de Canella, autor de varias internadas de lujo por la banda izquierda, pero Cop tenía desafinado el remate y falló dos enormes oportunidades. La UD Las Palmas lanzó desde fuera del área con potencia, pero desviado. En el segundo, el gol de Carmona y la consabida autopista para el contragolpe que trajera un nuevo tanto que cerrara el partido. No llegó ese gol porque el equipo anda muy corto en el acierto del último pase. La buena actuación de los dos centrales, Meré y Babin, aguantó un resultado que era imprescindible para las ansias salvadoras de un equipo que se debe a su amplio mundo rojiblanco, que sigue creyendo en el milagro. A tres puntos del Leganés, que espera al Betis en la final de la noche del lunes. Ésa es la situación.

En tiempos como los actuales hay que mantener las buenas costumbres; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿sabe Esuperio a qué club pertenecían dos ojeadores que ayer acudieron al Anfield del Piles y a qué jugadores vinieron a ver? Próxima parada, Capuchinos.