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Fondo Norte

Lombardía, como símbolo de permanencia

Veinte años de actividad lo dicen todo de un portero que marcó una época en el fútbol asturiano

El Atlántico, el histórico Atlántico de El Presi, homenajea hoy con un partido de veteranos del Sporting y del Oviedo a Alfredo Lombardía, portero que fue de los dos clubes citados, del Siero, del Caudal Deportivo de Mieres, de la Gimnástica de Torrelavega, del Ensidesa y del Unión Popular de Langreo. Veinte años en activo como quien no quiere la cosa, con una trayectoria en la que quedó claro el afán de superación de un profesional que fue venciendo los obstáculos que fue encontrando en su camino. Está claro que el homenaje de esta tarde junta a dos símbolos de permanencia. La permanencia del Atlántico, club modesto gijonés, pero de trayectoria larga y fructífera, que ha podido con el absoluto dominio del Sporting en la cantera local. Han desaparecido muchos clubes modestos de Gijón, pero el Atlántico se mantiene vivo, y lo demuestra esta tarde con el homenaje a un gran futbolista asturiano. Tutti contenti, Rerum Novarum.

Lombardía es otro símbolo de permanencia en el esfuerzo y el afán de superación. Es cierto, no triunfó en el Sporting, del que recibió la baja un verano de la ya lejana década de los sesenta del pasado siglo. Aquello significó un duro disgusto para el guardameta nacido en Tudela Veguín, aunque afincado en Gijón. Tuvo que ser otro histórico del fútbol gijonés y asturiano, el inolvidable José Sirgo Hevia, "Pilu", entonces entrenador del Caudal Deportivo de Mieres, quien recuperara a Lombardía. Trabajó duro en un verano caluroso en el Hermanos Antuña y se aprestó a dejar prueba de su calidad en cuanto empezó la Liga. Era un Caudal regio de la potente Tercera División de entonces. Lombardía, Careaga o Sutil, Monchín, Liro, Falito, Sito y unos delanteros de nivel como Jandro, Manolito, Domenech y Chatín, más uno que no se nos viene a la memoria, compusieron un equipo que dio muchas alegrías a la afición de Mieres.

Más tarde la Gimnástica de Torrelavega se llevó a Lombardía, que fue posteriormente reclamado por un Oviedo entonces poderoso. Lombardía deslumbró en el Tartiere y en los campos que visitaba con el equipo azul. Ricardo Vázquez-Prada fue su gran valedor y lo convirtió en el ídolo de aquel equipo. Vázquez-Prada logró que Japo jugara en el Oviedo, cómo no iba a conseguir hacer ídolo a un gran portero, capaz de engrandecer la portería que ocupaba en sus mejores días, que se prolongaron en el Ensidesa y en el Unión Popular de Langreo. Veinte años de actividad, se dice pronto, distinguido público.

Si pregunto, ¿molesto?: ¿a quién echó de menos Esuperio en el acto de despedida de Nacho Cases anteayer en la sala de prensa de El Molinón? Porque alguien faltó. Próxima parada, Capuchinos.

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