El Sporting volvió a dejar ayer buenas sensaciones en lo que fue su segundo compromiso de pretemporada. El primer partido fue contra el Celta de Vigo. Si en la escala de preparación, el Guijuelo representaba a duras penas el uno, el Celta parecía un punto fuera de los ejes cartesianos. Pero a pesar del resultado, el equipo de Paco Herrera fue capaz de algo más que sólo plantar cara a los gallegos.

En el inicio fue cuando más sufrieron los asturianos. Los vigueses, aún en su primer ensayo, tienen nombres propios que no se verán en El Molinón este año. Hombres de calidad y experimentados como Guidetti y Iago Aspas. En la primera que tuvo este último se la lió a Pelayo. El canterano tiene aún mucho que mejorar si quiere ser útil al primer equipo. En esa acción no sucedió nada. Pero los gallegos eran conscientes de que por ahí podían hacer daño.

El gol vigués llegó pronto. Una descoordinación en la retaguardia dejó un disparo claro a Brais Méndez. Desde fuera del área le pegó duro e imposible para Mariño. A raíz de la desventaja, al Sporting le tocó correr detrás del balón. Un hecho que Paco Herrera corrigió con un par de gritos desde el banquillo. Pedro Díaz era el receptor del descontento del técnico. Sin balón, el Sporting ponía músculo sobre un tapete en el que se dibujaba con un 4-2-3-1. La presión era alta y dió sus frutos. Antes del repunte rojiblanco, los locales tendrían otra oportunidad en las botas del sueco Guidetti. El ariete no acertó. A partir de ahí, llegó lo mejor de los gijoneses.

Tanto le cambió la cara a la escuadra visitante que incluso el empate era una opción cada vez más plausible. Ocupando cada vez más espacio, el Celta comenzó a verse agobiado. Y fue ahí, cuando al cortar las líneas de pase gallegas, comenzaron a aparecer las asturianas. Lo que antes habían sido meros corredores de fondo, volvieron a ser futbolistas.

El centro del campo del Sporting dejó de acatar órdenes, para dictar las suyas propias. Unas que se fundamentaban en el pase al hueco como premisa básica. Con ese arma, los rojiblancos lograron descolocar al Celta. Pablo Pérez se erigió como encargado de agitar el avispero. Así los de Paco Herrera se permitieron el lujo de tutear a todo un semifinalista de la Liga Europa.

Pero cuando mejor estaban las cosas, el Sporting volvió a tropezar con la misma piedra. Un penalti algo extraño fue señalado por el colegiado. Los implicados, Guidetti como víctima y Pelayo. Este último más como colaborador necesario que como verdugo. Iago Aspas no falló la pena máxima, poniendo punto y final a las aspiraciones de los de Paco Herrera. En la segunda parte, cambiaba el rival. Y también los actores. Scepovic debutó con la camiseta rojiblanca. Al serbio se le vio con ganas desde antes del pitido inicial. Lo presionó todo. Lo buscó todo. E incluso, lo protestó absolutamente todo. Formó dupla con Viguera. Una de las combinaciones que están llamadas a meter miedo en Segunda División. La última vez que los dos coincidieron en la misma categoría sumaron 48 goles.

En cuanto al desarrollo del partido, éste no se desvió ni una línea del guión que se presuponía. El Sporting sentado en su silla de director de la obra. Y el Racing de Ferrol como artista invitado en su propio estadio. Esto se tradujo en que los verdes aguantaron el tipo de una forma más digna que el Guijuelo el pasado miércoles. Pero sin olvidar nunca su rol de equipo de Segunda B.

Los mandos del equipo los volvió a tomar Álex Bergantiños. El pivote estaba bien escudado por Nacho. Y encontraba buenos receptores de sus pases. Lora, Ndi y Pablo Pérez se colaban como agua entre las rocas de una cada vez más erosionada defensa. A Scepovic se le notó que acaba de llegar. No sólo por el físico sino por la necesidad de contentar. En una de las que tuvo, quiso buscar a Viguera cuando el tiro era una opción más recta para el gol. Es de presuponer que en la primera jornada de Liga, primero dispare y luego ya pregunte.

Los goles cayeron al final. El serbio cazó un rechace del travesaño para reflejar en el marcador lo que se veía en el campo. Nacho la pego minutos más tarde ajustada al palo, terminando una notable jugada del Sporting. Y Pablo Fernández recogió un pase de la muerte de manual de Viguera. Al riojano sólo le faltó añadir aquello de "toma. métela tú que a mí de la risa".