Un Sporting que desde el primer minuto se vio que había salido al césped del estadio de Los Pájaritos mucho menos enchufado que su rival, acabó perdiendo de manera sonrojante por tres tantos a cero, en la que supone su primera derrota de la temporada. No es extraño que Herrera en su rueda de prensa posterior al encuentro, mostrara la dificultad para encontrar explicaciones a lo ocurrido. Porque resulta complicado de justificar cómo un equipo que tardó casi 360 minutos en encajar su primer gol en esta competición, reciba tres en un partido. Tres que pudieron ser aún más.

En realidad, más que "menos enchufado" que el Numancia, podemos afirmar que el Sporting salió totalmente desenchufado (´unplugged´, que dicen los ingleses) a un partido que todos señalaban durante la semana como "partido trampa". Aunque poca trampa hay en algo que todo el mundo se espera.

Llama sin embargo poderosamente la atención, volviendo a las palabras del míster sportinguista tras el varapalo sufrido, que éste se reconozca perplejo por cómo habían podido empezar tan mal el choque frente a los numantinos. Porque si tan claro se veía desde el primer momento, hubiera sido lógico buscar las soluciones de forma inmediata. Y si lo hizo, en absoluto se notaron.

Ahora no vale con saber "aguantar el chaparrón", como Paco Herrera señala. Porque los sportinguistas estamos muy cansados de aguantar chaparrones; de estar siempre ahí al lado del equipo y de los jugadores, sosteniendo no sólo nuestros paraguas, sino también los suyos. Va siendo hora de que sea el equipo quien asuma la responsabilidad que le corresponde. Los más de 500 sportinguistas que acompañaron al Sporting a Soria, se merecían un espectáculo muy distinto al ofrecido sobre el campo.

Como quien no se consuela es porque no quiere, habrá quien quiera ver en esta derrota una cura de humildad, con la que afrontar el resto de la competición; y mejor ahora, que no cuando no haya tiempo para reaccionar. Como si el primer partido en Alcorcón, la primera parte frente al Lugo y la segunda contra el Oviedo, no hubieran servido como avisos a navegantes. Es evidente que no.

Sobre la alineación titular, también se podrían decir muchas cosas. Para empezar, que las historias de galones y jerarquías, se han de ganar sobre el campo. No se trata de culpabilizar a nadie de la derrota, pero en los dos primeros goles (en especial en el segundo), Whalley no estuvo en absoluto acertado. Sin embargo, vista la apatía generalizada del equipo a nivel defensivo, puede que al final hasta haya resultado un acierto no correr el riesgo de ´quemar´ a Dani por un solo partido. Porque al nivel al que ha jugado el Sporting en Soria, ni el mejor portero del mundo nos habría salvado de la derrota.

También llamó la atención en el once inicial, la presencia de Bergantiños acompañando a Sergio en el centro del campo. Un jugador de marcado carácter defensivo y destructivo (aunque hoy no lo demostrara), que contrasta con la forma de jugar del que se decía iba a solucionar todos los problemas de creación del Sporting: el gallego Álex López. Porque otro de los problemas del Sporting en Soria ha sido nuevamente la falta de ideas a la hora de jugando el balón con sentido. Y si a esto se le suma la mencionada caraja defensiva, el resultado no podía ser otro que el que fue.

Con todo, sin duda la mayor sorpresa al conocer el equipo titular, fue ver a Viguera sustituyendo a Scepovic. Como en el caso de Whalley, no se le puede señalar en este caso como responsable de que el Sporting apenas creara peligro en la portería contraria. Al igual que cualquier delantero (bueno, malo o regular), Viguera necesita que le lleguen balones en condiciones de disputarlos o rematarlos. De todos modos, su alineación pareció un experimento que se demostró equivocado.

Partido en definitiva para olvidar dirán algunos; o todo lo contrario, que dirán otros: para que los jugadores y el entrenador lo tengan muy grabado en su cabeza. Y que lo ocurrido en Soria, no se vuelva a repetir. Como no se pueden volver a repetir, ni se deben permitir, acciones como la protagonizada por Carlos Castro y que le supuso una más que merecida tarjeta roja. La frustración la teníamos todos los que estábamos viendo el partido y no por ello, vamos por ahí perdiendo los papeles. Puede entenderse que no esté satisfecho con su rol en el equipo, o que pueda sentirse molesto porque el entrenador sólo se acuerde de él cuando el equipo va perdiendo ya por tres a cero. Él es un jugador profesional que se debe al club que le paga (y no poco, precisamente) y que ha de atenerse a lo que el entrenador estime oportuno en cada momento. Y si quiere cambiar su situación, ya conoce el modo de hacerlo, que no es precisamente ´autoexpulsándose´. Es en los entrenamientos donde se gana la titularidad.

Veremos cómo recibe la afición el martes al equipo en la Copa, casualmente contra el mismo rival. Es de esperar algún tipo de protesta, aunque no vaya dirigida contra los jugadores que salten al césped de El Molinón, pues entre ellos, es de prever que se encuentren muy pocos de los fueron titulares en Soria.

Como se dice siempre en estos casos, la liga es muy larga y lo ocurrido en Los Pajaritos, no debería a priori hacer cambiar de opinión a todos aquellos que antes casi de comenzar la competición, colocaban al Sporting como máximo aspirante al ascenso. A fin de cuentas, la famosa sentencia del añorado Manolo Preciado, en frías noches como las de Soria, donde los sportinguistas más que fríos nos hemos quedado helados, viene que ni pintada: "ni ahora somos el Bayern Leverkusen ni antes éramos la última mierda que cagó Pilatos". Amén.

Post Scriptum: ¿qué ocurre con Isma López? Jugadores con el carácter del navarro, se echaron en falta en el derbi, lo mismo que en Soria, donde sólo Santos, mostró una vez más que es de ese tipo de jugador que por garra y lucha, merecerían portar el brazalete de capitán.