Si se trataba de elegir quién era el gran candidato al ascenso, el Sporting votó en blanco. O más bien podría decirse que su voto fue nulo porque la imagen de ayer no respalda una candidatura en firme al ascenso. Los de Paco Herrera siguen en retroceso y fueron superados de forma manifiesta por un Osasuna sólido, bien armado y con un plus de intensidad. Tan sólo Mariño se sostuvo en pie y mantuvo las constantes vitales del equipo a base de paradas imposibles. El fracaso en el asalto a Pamplona fue rotundo y el entusiasmo en torno al equipo se debilita.

Si las sensaciones eran malas hace una semana, tras la victoria ante el Lorca y con el equipo líder, el desánimo define el estado de ánimo actual de la Mareona tras el pobre espectáculo ofrecido ayer por sus futbolistas y que viene a dar continuidad al gris rendimiento de Soria. No queda ni rastro del equipo solvente y dominador de las áreas que ilusionó en el inicio de la temporada. El Sporting fue un conjunto tierno en Pamplona, que concedió facilidades a los delanteros rojillos para medir a Mariño e incapaz de inquietar a Sergio Herrera, que hizo su única parada en un mal despeje de Aridane. Ni un sólo remate entre palos de los rojiblancos. Álex López tuvo una gran oportunidad que no embocó.

La sensación es que el Sporting se ha salido del carril y que pierde el paso en la carrera por el ascenso. Lo más alarmante es que el equipo no encuentra una seña clara de identidad. Eso que Herrera y Torrecilla llaman "el camino". El Sporting inicial, aquel que logró ilusionar con mejores resultados que fútbol, era un bloque sólido en defensa y demoledor en ataque. Lejos de corregir sus debilidades, el equipo se ha desprendido de las virtudes que le adornaban.

Al Sporting le había bastado hasta ahora con su rácana propuesta para liderar la competición, pero los cimientos han temblado en cuanto se puso delante un equipo de cuerpo entero. Mariño evitó ayer una goleada de consideración. El Sporting emite señales alarmantes que los resultados han ido tapando, pero que conviene no descuidar. Herrera decidió meter mano en un equipo que funcionaba, en aras de un juego más valiente que está costándole muy caro al conjunto. El Sporting ha dilapidado su ventaja y su confianza y ha sido consumido por las dudas.