En un prometedor inicio de Liga, el Sporting ilusionó a todos, menos a su entrenador. Paco Herrera siempre pensó que en la plantilla había talento suficiente para una propuesta más alegre, más valiente, más apropiada para un equipo que quiere ser grande en la categoría y al que todos señalan como el gran rival a batir. El técnico soñó un Sporting dominador y ofensivo, que defiende con pocos futbolistas, que abre el campo desplegando las alas y que domina el juego interior. El Sporting empezó ganando desde una propuesta de máxima protección a Mariño. Una propuesta defensiva que no satisface al entrenador. Herrera cree en un Sporting valiente y parece dispuesto a dejarse algunas plumas en ese camino que no acaba de encontrar. El resultado es un equipo sin identidad ni estilo y que ha perdido su dominio de las áreas.

Falta de identidad

Casi por pura inercia, el Sporting buscó protegerse en el inicio de la temporada y se juntó por delante del área de Mariño. La fórmula, no demasiado estética, pareció funcionar. El equipo mantenía su portería a cero y resultaba demoledor en el área contraria. Herrera no se conformó con esta fórmula, que entendió insuficiente para un aspirante al ascenso. El técnico pidió a sus futbolistas una propuesta más valiente y el resultado ha sido un fiasco absoluto. El Sporting no encuentra una identidad que lo convierta en un equipo reconocible. Mantiene todos los defectos del inicio de Liga y ha renunciado a sus virtudes.

Muy poco fútbol

Incluso en los buenos tiempos en los que el equipo ganaba y se mantenía imbatido, al Sporting siempre le ha faltado fútbol. Los resultados llegaban desde la seguridad defensiva, ahora añorada, más que desde una propuesta creativa. Miguel Torrecilla no encontró en el mercado ese cerebro que lleva años demandando el Sporting. El elegido, por petición de Paco Herrera, fue Álex López, quien no parece capaz de asumir tanta responsabilidad. El Sporting genera muy poco juego. El mercado no ofreció soluciones y Paco Herrera no termina de apostar por Nacho Méndez, quien sí parece tener ese talento creativo.

La inseguridad defensiva

Durante los primeros partidos, el Sporting asombró por su seguridad defensiva. El club rojiblanco se mantuvo imbatido y apenas concedió oportunidades de gol. Paco Herrera asume la responsabilidad de la actual fragilidad defensiva. El técnico quiere defender con menos hombres por detrás del balón y quiere, además, dos carrileros largos. Calavera y Canella ocupan toda la banda y terminan convertidos en extremos. El problema es el vacío que dejan a su espalda. Para ayudar a taparlo, el técnico encarga la cobertura a centrocampistas como Álex López o Moi Gómez, como se pudo ver en Pamplona.

Cambios de ubicación

Una consecuencia de lo apuntado en el punto anterior es el cambio de ubicación de varios futbolistas en el equipo y que ha derivado en una bajada evidente de su rendimiento. Un caso claro sería el de Rubén García, quien impresionar desde la banda derecha ha jugado por dentro los últimos partidos. También Carmona ha recuperado funciones de falso interior en la derecha, pero liberando el carril para la llegada de Calavera. El resultado es una concentración de jugadores por dentro que reduce los espacios y que no se traduce tampoco en un mejora del juego interior. Con el añadido de que al ser los laterales los que llegan a la línea de fondo toman peores decisiones y ejecutan con menos precisión que los extremos avezados a ello.

Sin profundidad

La palabra se viene repitiendo en las últimas semanas en las declaraciones de muchos futbolistas rojiblancos. Al equipo le falta profundidad. El atasco es manifiesto y, aunque pueda tener más posesión que su rival, como sucedió ante Osasuna, ese control de balón no se traduce en ocasiones claras. En los últimos partidos, el Sporting apenas creó situaciones de peligro y sus delanteros se quedaron sin opciones de remate.

Falta de intensidad

Por más que Paco Herrera defienda la actitud de sus futbolistas y sostenga que no se les puede pedir el mismo carácter que tienen los de Osasuna (tres de los futbolistas usados el domingo por el conjunto navarro jugaron en el Sporting), la falta de intensidad del Sporting es alarmante. Es evidente que los rojiblancos pierden todos los balones divididos. El mejor ejemplo es el segundo gol de Osasuna, que marcó David Rodríguez porque fue el pie más firme de los que entraron a la disputa de un balón suelto.

Malas segundas partes

Ya sea por un problema físico o de otro tipo, lo cierto es que el rendimiento del Sporting decae en los tramos finales de los partidos. Los rojiblancos terminaron encerrados en su área, en casa, por el Oviedo y el Lorca. Las últimas salidas no sin significativas porque el rendimiento fue pobre durante todo el partido.