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Segunda División | Una roja pasión

"Nunca fui un forofo"

Miguel Ángel Fanjul, socio número 1 del Sporting, lamenta que "el fútbol ha perdido el romanticismo para ir más a lo práctico" - "Quizás es bueno que sean SAD, pero no me gusta, por sentimentalismo prefiero que los clubes sean de los socios", asegura

Miguel Ángel Fanjul, segundo por la izquierda sentado, con la directiva que presidía Víctor Felgueroso.

"Yo no tengo nada que contar", suelta a modo de saludo, pero la propia conversación, detallada, fluida y más que interesante, le desmiente. Miguel Ángel Fanjul Calleja (Gijón, 18-5-1923) es historia viva del Sporting, socio número 1 y exdirectivo bajo el mandato de Víctor Manuel Felgueroso Suardíaz. "Cuando era directivo, metía la pata cada vez que hablaba, porque no tenía mucha idea de fútbol", remarca con una sonrisa para puntualizar que "en aquella directiva yo era contador, los números los hacía bien y con eso bastaba".

Aunque sigue renovando su carnet puntualmente porque "el sportinguismo no se cura", hace ya tiempo que no acude a El Molinón. "Soy el socio número 1 del Sporting, pero nunca fui un forofo", puntualiza. Con la humildad del que lo ha visto todo, Miguel Ángel Fanjul asegura no entender demasiado de fútbol, pero reconoce que ser el número 1 le "presta" y asegura que el mérito "está en vivir muchos años, pero me hace ilusión". Es el primero entre 24.400. "Eso sí que es un milagro". A sus 94 años (lleva 84 como socio del Sporting) mantiene plena lucidez y analiza el fenómeno que supone la cantidad de abonados del club: "En el fútbol hay más factores que la categoría en la que militas, porque al final es el equipo que te representa, el de tu pueblo".

En su mente se amontonan recuerdos, especialmente los buenos. El primero relacionado con el balón se remonta a cuando tenía cinco años. "La primera vez que fui a El Molinón fue en 1928, cuando se jugó el primer partido internacional, un España-Italia. Al día siguiente jugó un partido la selección asturiana y mi padre me llevó". Miguel Fanjul aprendió el Sporting de la mano de su padre: él fue quien le llevaba a El Molinón, fue quien lo hizo socio con diez años ("era el socio infantil número 2, el número 1 era Emilio Menéndez, hijo de don Aurelio, el de La Escolar") y fue también quien le regaló su mejor experiencia como rojiblanco: "Fue en 1944, tras el primer ascenso a Primera División, hubo una fiesta en el Ayuntamiento y como mi padre era concejal pude ir". A todos los asistentes se les regaló un motivo para el recuerdo, que Miguel tiene buen guardado.

Como cualquier aficionado al fútbol tiene algunos jugadores favoritos. "Tamayo, Cholo (Dindurra), me acuerdo hasta de Pena, que formaba aquella defensa con Sión y Quirós, Ferrero, que hoy (por ayer) sale en LA NUEVA ESPAÑA, fue un jugador muy fino y Luisín, el medio eterno...". ¿Y Quini? "Quini por supuesto, a ése ya lo daba por descontado", sentencia, mientras salta de una vivencia a otra: "Yo vi a Herrerita jugar con el Sporting en La Campona, aproximadamente donde está ahora la Guardia Municipal".

Fanjul tuvo la ocasión de conocer el fútbol desde dentro durante los años en que se encargó de cuadrar los números. "Era muy amigo de Víctor Felgueroso y cuando lo nombraron presidente fue a verme a mi oficina y me dijo que quería que fuera el contador", repasa. En la década de los sesenta, el club peleaba por mantenerse en Segunda y la situación no era demasiado boyante: "Llegamos a deberle 400.000 pesetas a Víctor Felgueroso". Mientras cuenta la anécdota, maneja con soltura un móvil y busca en la galería una foto de la época.

Por entonces el fútbol no movía las escandalosas cantidades de dinero de hoy. "Los presupuestos de Barcelona o Madrid son mayores que el de Ensidesa", por poner una comparación que se entiende a la primera. Ese despilfarro no vuelve mejor al fútbol: "Ha evolucionado, como todo, en algunos aspectos para mejor, pero se ha sacrificado el romanticismo de antes para ir a lo práctico". La profesionalización y los mercados se han adueñado del deporte, hasta el punto de que los equipos son ahora empresas a todos los efectos: "A lo mejor es bueno que los clubes sean sociedades anónimas, pero no me gusta. En principio, por razones sentimentales, me gustaría que fueran de los socios".

Para última hora, deja una confesión que le sonroja, pero que suelta con picardía. "Los derbis prestan mucho. Cada domingo sigo mirando los resultados para ver si el Oviedo pierde. Mira que le tengo afecto a esa ciudad en la que tengo muchos amigos, pero en el fútbol me gusta que estén abajo. Es algo absurdo, que me tendría que avergonzar, pero quiero que pierda el Oviedo". También en eso es el número uno.

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