El Sporting terminó ahogado en la lluvia de Reus. La falta de fútbol se cobró esta vez una derrota en medio de la tormenta que castigó el campo catalán ante un rival atrevido que decidió el partido a balón parado, una de esas acciones que otras veces salvó el atasco en el juego de los de Herrera. El conjunto gijonés, sin ideas en los metros finales y con un Barba multiplicándose en defensa para parar las ofensivas locales, dejó pasar la oportunidad de dormir como nuevo líder de la categoría y vio así frenada la racha de cinco jornadas invicto.

Al Sporting le faltó la efectividad de otros días y tampoco encontró en el juego la fórmula para superar a un Reus que fue de menos a más. López Garai le ganó la partida a uno de sus maestros, Paco Herrera, con un sólido centro del campo en el que comenzó a fraguarse el triunfo local. Y en la jornada en la que el eléctrico Michael Santos podría sacar más provecho a su velocidad ante la rapidez con la que el balón giraba sobre le mojado césped de Reus, el uruguayo desaprovechó dos claras ocasiones demostrando que no siempre va a entrar el balón a la primera. Los escasos argumentos en ataque del Sporting dieron alas al público de Reus, que vio la opción de ganar y dejó de un lado las esteladas y los gritos de "libertad" para animar al equipo hasta llevarlo a la victoria.

Lo preocupante es que el paso por los vestuarios no mostró una cara diferente en el Sporting, aferrado a intentar resolver a la tremenda. Los cambios acabaron tan perdidos como el equipo, con Isma López jugando sus primeros minutos por banda derecha; Castro esperando balones que nunca llegaron arriba y Moi Gómez sin opción de aportar criterio, en medio de balones lanzados al aire sin destino ni final. La derrota en Reus es un aviso para el equipo. Ser líder obliga a tener algo más que sentido práctico.

La entrada de Canella en el lateral izquierdo, en lugar de Isma López, dejó en una sola las novedades que preparaba Herrera respecto al equipo que venía de imponerse al Almería. El único movimiento en el once no ayudó a que en la primera parte se viera el conjunto ganador que, con dos golpes, tumbó a su rival hace apenas una semana. El Reus, apoyado en un poblado centro del campo, en el que Tito ejercía de ancla y Gus Ledes y Borja Fernández tapaban dos pasos por delante, se fue poco a poco adueñando de un partido marcado por la intensa lluvia y un rápido terreno de juego. Lo que invitaba a ser el escenario ideal para la velocidad de Santos, terminó convirtiéndose en un atasco en ataque.

Las ocasiones en los cuarenta y cinco minutos iniciales fueron locales. La primera contó con la ayuda de Álex Pérez. Una cesión mordida del madrileño a Mariño confundió al meta rojiblanco, que amagó con coger el balón, en lo que se habría convertido en un libre indirecto, y acabó optando por desviarlo con el pie cuando ya tenía el aliento de Édgar Hernández en la cara. El rebote favoreció al delantero del Reus, el más entonado en un inicio en el que sólo Barba fue capaz de frenarle, y se fue cerca del palo. El susto pareció intimidar a un Sporting que abusaba del juego interior para satisfacción de López Garai.

Un caño de Santos, frenado en falta, permitió a Carmona encañonar por primera vez a Édgar Badía. La fina lluvia acompañaba para probar los guantes del meta del Reus, poco exigido por un conjunto gijonés espeso en los metros finales. La otra ocasión en la que tuvo que emplearse antes del descanso fue en un nuevo disparo del balear, tras rebañar un balón al exrojiblanco Álex Menéndez en banda izquierda, que tampoco supuso excesivos problemas para el cancerbero catalán.

Fue el Reus el que siguió asomándose al área rival. Una pérdida de Rubén García en banda izquierda abrió pasillo a Miramón, pesadilla continua para el valenciano. El centro al segundo palo encontró a Édgar Hernández, que picó un envenenado cabezazo que lamió el larguero. La acción evidenció el propósito del Reus de volcar todos sus ataques por el costado izquierdo de la defensa rojiblanca.

No cambió mucho el escenario tras el descanso. El Reus continuó llevando la voz cantante ante un Sporting que esperó la suya a contragolpe. Y la tuvo. Viguera encontró el espacio para meterle un balón largo a Santos. El uruguayo, solo ante Badía, estrelló el balón contra el portero.

Creció entonces el fútbol de los de López Garai mientras Herrera apostaba por soluciones como dar entrada a Isma López por Carmona. Con el navarro en banda derecha llegó la acción que decidió el partido. El Reus trianguló con facilidad en la frontal para acabar forzando la falta de un vencido Barba. Ledes se frotó las manos ante un balón que era un caramelo para cualquier zurdo que ensaye este tipo de acciones en el balcón del área. Colocó el libre directo por encima de la barrera. Mariño solo pudo mirar.

Y todavía pudo empatar un desesperado Sporting. Canella puso desde la izquierda un balón que Santos, a bocajarro, volvió a perdonar. Ahí se terminaron los rojiblancos, así como el plan alternativo de Herrera. Ni la entrada de Castro por Viguera ni la de Moi por Bergantiños hicieron resurgir a un equipo cuya única esperanza se redujo al balón parado.