Por más que desde el seno del Real Sporting (Sociedad Anónima Deportiva para desgracia de todos los sportinguistas) se pretenda mostrar de cara al exterior, la imagen de un apoyo total hacia Paco Herrera, la realidad es que no serían muchos los aficionados rojiblancos que entenderían que el entrenador catalán siguiese en su puesto, en el caso de volver de Barcelona con una nueva derrota el próximo viernes.

En las reuniones mantenidas después del partido por los miembros de la planta noble del club, es lógico pensar que de lo que menos se discutió fue del contenido de las próximas cestas de Navidad. Aunque la palabra "turrón" sí que pudiera haberse mencionado.

Así pues, en un día que será festivo en toda España con motivo de la celebración de la Inmaculada Concepción, se podría decir que más le vale a Herrera que el equipo gane con un partido inmaculado. En caso contrario, no sería de extrañar que lejos de poder festejar nada, el proyecto que fuera diseñado durante el pasado verano por Miguel Torrecilla, se cobrara su primera víctima antes de llegar al invierno. Justo el primero y supuestamente el más importante de sus fichajes, apenas cinco días después de la llegada al club del actual director deportivo del Sporting.

Herrera camina pues en la cuerda floja en este largo puente que afrontamos. Si hasta hace unas semanas eran los resultados los que servían para acallar las críticas ante el pobre juego que en líneas generales ofrecía el equipo, ahora, con sólo una victoria en las últimas ocho jornadas y habiendo sumando la irrisoria cifra de dos puntos de los últimos quince en juego, es evidente que la voz de la afición es ya imposible de silenciar.

Siendo honestos, estamos ante un escenario que muy pocos hubieran vaticinado hace poco más de un mes. Y no digamos ya si nos remontamos a las primeras jornadas del campeonato. Pero el fútbol tiene estas cosas y en ocasiones puede ser tan imprevisible como ha resultado ser Herrera en muchas decisiones, demostradas luego casi siempre erróneas.

Por ejemplo, no deja de tener su punto de ironía el que el míster esta semana cruce los dedos para que las molestias que obligaron a Rachid a retirarse del último entrenamiento, no le impidan afrontar el partido ante el filial blaugrana.

Para ese trascendental partido, al menos en lo que a su futuro se refiere, comprobaremos si Herrera sigue enrocado en su defensa de tres centrales, con la que el equipo lejos de ganar seguridad defensiva, da la sensación de transmitir tanta incertidumbre como para contagiar de ella al propio Mariño. El portero gallego, todo sea dicho, contribuyó también sin duda con sus milagrosas paradas en determinados encuentros, a que la magnitud de esta crisis total con la que se ha dado de bruces ahora el sportinguismo, no fuese vislumbrada con claridad. Como si de la punta de un iceberg se tratara.

Justo es también colocar en el otro lado de la balanza, los cuatro penaltis que lleva fallados el equipo y que de haberse transformado, hubieran servido muy probablemente para sumar puntos muy importantes y de paso para que otros equipos no lo hiciesen. Quizás este sea otro de los aspectos en los que Herrera debería saber rectificar, pues ese extraño proceder a la hora de designar un lanzador, no parece que esté resultando muy efectivo. Por más que sean luego los jugadores quienes lancen y quienes fallen.

Pero con todos los defectos que ha demostrado este equipo con su entrenador a la cabeza, por el bien del Sporting no queda sino desear que el viernes Herrera se vuelva para Gijón con el resto de la expedición rojiblanca con tres puntos para la esperanza. Y a partir de ahí, al menos ganar algo de tiempo. De credibilidad no sería tan fácil por una única victoria.

Post Scriptum: con Sergio, Alex López y Bergantiños fuera de combate y con Rachid entre algodones, ¿apostará Herrera por aquel jugador que tan buena impresión le causó en pretemporada, llegando a ser casi uno de sus fijos indiscutibles en aquellos ´bolos´ veraniegos?