Los servicios de seguridad, siempre atentos, habían activado la alerta amarilla en previsión de que el complicado encuentro de ayer provocara algún daño de consideración. El Sporting, avisado por las predicciones y desconfiado por los golpes recibidos, evitó los riesgos, se protegió con inteligencia sin renunciar a sus buenos argumentos y logró, no sólo salir ileso, sino reforzado de un partido con trampa. Los rojiblancos, que mantienen su inmaculada trayectoria en casa, desactivaron la alerta al superar con nota la visita de un complicado Nàstic de Tarragona, que compareció en El Molinón con su tercera equipación, de un amarillo libertario (presentada el 19 de diciembre pasado, dos días antes de las elecciones catalanas). No hubo que lamentar daños tampoco en la otra amenaza amarilla. Santos y Barba jugaron con fuego, sin quemarse.

Rubén Baraja volvió a ser el triunfador de la tarde. Activó el técnico el sonido ambiente con la titularidad de Jony. El cohete de Cangas de Narcea causa un efecto intimidatorio en los rivales como agitador nato que es y enciende el calor de la grada, que arrecia con cada acelerón suyo. La guinda la puso Adri Montoro, primer debutante del filial en la era Baraja, que firmó un partido óptimo, intenso en defensa y capaz incluso de servir en bandeja de plata el segundo gol.

Fue lo que se dice una tarde redonda. Hasta el punto de que tras el segundo gol rojiblanco, el sportinguismo comenzó ya a jugar el derbi. Baraja acertó de nuevo a interpretar los mensajes que le lanzaba la grada y abrió el capítulo de homenajes y especial protección. Así hay que interpretar las sustituciones de Santos y Jony, que pusieron en pie a El Molinón. La fiesta fue completa a medida que el marcador informaba de los goles marcados por los guajes en el Sardinero.

El Sporting de Baraja mantiene la inercia que le ha hecho fuerte en casa. El equipo se siente seguro y ayer superó una prueba de máxima exigencia. El Sporting salió con hambre, decidido a comerse el Nàstic, pero supo también madurar el partido. El equipo tuvo paciencia y golpeó en la última jugada del primer tiempo. Cuando más duele. El equipo siguió buscando el segundo y ni siquiera entonces se conformó, como si los futbolistas tuvieran apetito de grandes victorias.

Con todo, la mejor noticia es que el sol fue la mayor inquietud de Mariño, que solo tuvo que intervenir en algunos lanzamientos malintencionados de Juan Muñiz y Manu Barreiro. Fue una tarde plácida para el portero gallego y esto ya es una noticia significativa en sí misma.

Con la vista puesta en el derbi, el partido de rivalidad llega en el momento justo para el Sporting. Rubén Baraja ha conseguido fortalecer los cimientos del equipo en El Molinón y ahora busca en Oviedo ese golpe sobre la mesa que sea un impulso definitivo para relanzar al Sporting en la carrera por el ascenso. Que nadie lo olvide, el único objetivo asumible.