"No disputamos como hay que disputar un derbi. Queda mucho y hay margen todavía, pero el equipo tiene que reaccionar fuera ya". Nacho González fue uno de los 1.200 aficionados rojiblancos que se desplazaron a Oviedo en autobús desde Gijón, y que se retiraron cabizbajos al término del partido. Y más después de que el Sporting plantase cara en la primera parte del partido.

La parte alta del fondo sur acogió al grueso de la afición rojiblanca, que también estuvo repartida por otros puntos del estadio. Y esa fue una de las buenas noticias de la jornada, la falta de incidentes, tanto en la llegada como en el abandono del estadio, y también durante el partido, donde amigos y familiares de ambos equipos disfrutando juntos del partido, como Sergio Simón y Diego Fernández. "La afición del Sporting es pacífica y sabe comportarse. Se criminaliza a una afición con detalles como llevarnos a todos juntos, y más de dos horas antes del partido", comentó Nacho González, que acudió junto a su amigo y vecino de Pola de Siero Pelayo Fernández.

Los seguidores rojiblancos estaban citados en el aparcamiento de El Molinón a las 13.45 horas para iniciar el viaje a Oviedo. Nadie lo pudo hacer por separado. Aunque fuesen de otras localidades de la región, todos tuvieron que hacer el viaje de ida y vuelta desde Gijón. Entre los más madrugadores estaban Juan Emilio Pérez y su hija Laura. "Vamos siempre juntos a los partidos", explica el primero, "aunque al primer derbi de la temporada sólo fue mi hija". También esperaba en ese punto Claudio Alonso, que llegó en avión desde Madrid casi con el tiempo justo para no perderse el partido: "Llevo siendo socia del Sporting toda la vida y vengo de Madrid solamente a animarles. Tengo dos hermanos y todos somos del Sporting, nos lo inculcó mi padre que es asturiano y mi abuelo que fue utillero del equipo y lo hemos mamado desde pequeños".

La veintena de autobuses partió de Gijón a las 14.40 horas, y media hora después entraban por las calles de Oviedo. Antes de subir a cada autobús en Gijón la policía revisó mochilas, bufandas, camisetas y banderas, para evitar que hubiese mensajes incitando a la violencia. Los agentes requisaron sobretodo cervezas y latas de refresco. Y entre los objetos más curiosos que subieron a los autobuses estuvo un flotador azul, "por si había que entrar nadando al Tartiere", señalaban los aficionados, en parte preocupados por el estado del terreno de juego. El convoy de veinte autobuses del Sporting entró por la parte de abajo del feudo oviedista y la zona de acceso al campo estuvo acordonado, por lo que no hubo ningún incidente. Cada autobús rojiblanco fue escoltado hasta el campo, con efectivos de la Guardia Civil vigilando en los puentes y un helicóptero de la Guardia Civil siguiendo la comitiva.

La afición del Sporting se hizo oír desde antes del comienzo del partido. Tuvo su momento de mayor alegría con el gol de Jony, se lamentó después de los goles del Oviedo. Y suspiró por un empate que finalmente no llegó en los instantes finales. "Ahora deberíamos ser el equipo más fuerte porque tenemos muy reciente la primera división, lo que pasa es que el Oviedo está fuerte y su entrenador tácticamente es muy bueno", señala Pablo García, que no tira la toalla como la gran mayoría de aficionados que le acompañaron en el Tartiere: "Estoy es muy largo. Aún queda tiempo. La clave es reír al final".