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Quini cambió la vida de Jordi

La leyenda del Brujo cautivó al aficionado barcelonés, que fundó una peña y empezó a seguir al Sporting hasta mudarse a Gijón

Jordi San Segundo Velaure, durante el entrenamiento de ayer en Mareo. J. J.

"El Sporting me empezó a llamar la atención en los cromos, siendo un guaje, ¿sabes?". Jordi San Segundo Velaure incluye en su lenguaje detalles que acreditan la singularidad de un barcelonés que, a sus 41 años, ha decidido venirse a Gijón empujado por el sportinguismo que descubrió gracias a Quini. No llegó a verle en su plenitud deportiva, ni en el Camp Nou ni en El Molinón, pero la adoración de su padre por El Brujo le llevó a fundar una peña con su nombre y a amar unos colores que le llevarían luego a enamorarse de una gijonesa junto a la que hoy reside más cerca de su ídolo. "No hay ningún club con la cercanía que tiene el Sporting hacia sus aficionados, ni estrellas que te traten como lo hace Quini", afirma con el orgullo de sentirse en el bando y lugar acertado.

"Mi padre, Félix, era del Atlético y tenía dos ídolos: Luis Aragonés y el Brujo. Tocaba hacerme rojiblanco, pero no tiré precisamente por el bando colchonero", afirma, con humor, Jordi Velaure. No oculta que buena parte de su niñez la dedicó también a seguir al Barcelona y fija la fecha del fallecimiento de su progenitor como un momento en el que sintió la necesidad de acercarse un poco más a la figura de Quini y, en consecuencia, al Sporting. "Un año después de que él falleció, enfermó el Brujo y el Sporting subió a Primera con un tío como Preciado. Todo eso me enganchó mucho más", apunta antes de añadir otro detalle: "Ese año también ganamos la Eurocopa con Luis Aragonés".

Jordi comenzó a acompañar al Sporting en sus desplazamientos a Cataluña y a intentar cazar autógrafos del Brujo, fundando una peña en la Ciudad Condal que lleva su nombre. "En 2012 unos amigos en común, como Alberto Estrada, de Cerámicas La Guía, me permitieron conocerle. Quini se prestó a ayudarnos y al año siguiente ya teníamos la peña en funcionando", detalla. Su peña se integró en Unipes, y fue la fiesta que este colectivo organizó el pasado mes de mayo, entre sus afiliados, lo que terminó de traerle definitivamente a Asturias.

"En el 'Día de las peñas' conocí a mi novia, Aroa, y en noviembre ya estaba empadronado y viviendo aquí", afirma con la ilusión de una etapa que le lleva a disfrutar de más placeres. "Sólo el poder estar dentro de la ciudad deportiva de tu equipo es algo ya poco habitual en otros clubes. ¿A qué futbolistas puedes darle una palmada en la espalda cuando terminan de entrenarse? En Mareo sí puedes", señala el ahora miembro de la peña Yo Solu. "Soy optimista. Podemos ascender, aunque el planteamiento deportivo sea un desastre", concluye este comercial y hostelero, que busca trabajo para continuar tras los pasos de Quini y el Sporting.

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