Ni con un penalti a favor. Ni ante el colista. Ni con toda la artillería de inicio. La vida sigue igual para el Sporting, que continúa sin ganar fuera de casa, y ya van ocho salidas sin éxito. Los rojiblancos empataron ante un defensivo Lorca, que tiró de casta para obtener su primer punto en los últimos diez partidos y evidenciar las dos caras del conjunto de Baraja. Intratable en El Molinón, vulnerable a domicilio, el equipo sigue sin apretar el acelerador en la tanta veces esperada remontada hacia la promoción.

La jornada comenzó tendiéndole una mano al Sporting. A la derrota del Huesca en su visita al Valladolid, en la noche del viernes, se unieron los tropiezos de otros dos de los conjuntos metidos en puestos de promoción. Osasuna no pasó del empate en casa ante el Reus y el Oviedo firmo tablas en el Tartiere con el Albacete. El triunfo en Lorca ganaba más importancia todavía para arañar la distancia con el objetivo. Al Sporting no le van los apuros. Le costó entrar en un partido en el que el colista le esperaba con el autobús metido en el área, y terminó desesperado al ver cómo se escapaba una jornada más sin ganar.

Cuando Baraja empieza a mover los brazos, de arriba a abajo, para animar a los suyos, mal asunto. La imagen se vio antes de ver cómo el equipo se dejaba remontar en el derbi, y se repitió en el Francisco Artés Carrasco. El Sporting se quedó sin argumentos para derribar la muralla del último clasificado en Segunda División. Cómo sería la cosa que hasta la propia afición del conjunto murciano terminó recriminando a sus futbolistas una mayor ambición en los últimos minutos, ya que el público veía posible el triunfo.

Baraja lo intentó todo para batir al héroe local, Dorronsoro. Probó con Nano Mesa, de inicio, en punta, asumiendo el riesgo de lo que sucedió después, que el canario sea baja para la próxima jornada debido a su recaída del esguince de tobillo que sufrió el pasado jueves. Después devolvió a Santos al eje del ataque, manteniendo el trivote ideado para ganar en estabilidad y control a domicilio. Acabó dando entrada a Viguera para jugar con dos delanteros. Ningún camino sirvió para que el equipo fuera capaz de sentirse fuerte y meterle mano al colista. Con todo lo que eso significa. La sensación queda agravada por el penalti que falló Jony a la media hora.

Fabri, sabedor de que se jugaba el puesto después de encadenar diez jornadas sin victorias, plantó una defensa de cinco para frenar el efecto del afilado trivote de Baraja. Y es que a la esperada entrada de Hernán Santana por el sancionado Carmona para fortalecer la medular junto a Álex Bergantiños y Sergio, y al regreso de Barba al centro de la defensa, se añadió la sorpresa de ver a Nano Mesa encabezar el ataque. El canario, duda hasta última hora por un esguince de tobillo, aguantó media hora. Lo justo para forzar un penalti. El peaje a pagar fue ver a Santos, que ha explotado su mejor versión desde que el Pipo apostara en colocarle como delantero centro, tirado a la banda derecha. Volvió el Santos que se veía con Herrera, menos participativo. Lo notó también el equipo, sin los desmarques constantes del uruguayo mientras estuvo pegado a la cal.

El atasco del conjunto gijonés, sin capacidad para sacar provecho tampoco de la profundidad de Jony ante el entramado defensivo rival, y con Bergantiños y Hernán Santana repartiéndose la batuta para sacar el balón a la espera de una inspiración escondida, pudo arreglarse con la ayuda de Peña y Digard. Primero, con un posible penalti del exjugador azul sobre Santos cuando el uruguayo remató demasiado cruzado un centro de Jony que demostró que la zaga murciana, además de amplia, era cándida. Después, con Digard cometiendo un penalti de libro sobre Nano Mesa, al que derribó al tirarse a la desesperada a por un balón que el mismo había perdido en el área. Jony tomó la responsabilidad de lanzarlo y se topó con la estirada de Dorronsoro, a lo que siguió la entrada de Rubén García por un Nano Mesa que no aguantaba de dolor. El plan previsto para ganar al colista no funcionaba, ni con el uruguayo de nuevo en su sitio.

El paso por los vestuarios empeoró al conjunto de Baraja al ver cómo el Lorca, que apenas había inquietado a Mariño en la primera mitad, se le empezaba a subir a las barbas. Dos disparos cruzados, de Javi Muñoz primero y de Ojeda, después, hicieron al vigués emplearse a fondo y a Baraja temblar. El Pipo llamó a Viguera, quitó a Hernán Santana y deshizo el trivote para jugar con dos delanteros.

Sin ocasiones claras para ninguno de los dos equipos, al Sporting empezó a entrarle la prisa y confiaba sus bazas en aprovechar alguna acción a balón parado. La tuvo Barba en un saque de esquina cerrado de Rubén García que Dorronsoro terminó sacando para salvar, de nuevo, a los suyos. El Lorca no renunciaba al ataque, pero parecía valerle el empate.

El Sporting acabó de apagarse cuando una galopada de Jony hizo que el cangués pusiera en bandeja un centro raso al área en el que, esta vez, el más rápido no fue Santos. El charrúa se encontró con la veloz aparición de Pomares para tapar su remate. Viguera también tuvo chance para poder mover el marcador, pero su disparo, tras una buena combinación, fue demasiado blando y acabó en manos de la figura local, Dorronsoro.

El Sporting terminó resignado a ver cómo el Lorca celebraba su primer punto en las últimas once jornadas. La sombra de la mala racha a domicilio comienza a convertirse en un gigante y desnuda la dificultad del equipo para leer partidos trabados y encontrar alternativas a la explotada versión con Jony, Santos y Mariño como protagonistas. El tiempo cada vez apura más para la reacción.